«La Torre Blanca es más que un triunfo técnico: inspira al sector de la construcción, fomenta el turismo sostenible y ofrece un nuevo espacio cultural. Además, le da una nueva oportunidad a un pueblo en decadencia. Es extraordinario».
Giovanni Netzer, director de teatro y fundador de Nova Fundaziun Origen.
El proyecto de Michael Hansmeyer y Benjamin Dillenburger crea una estructura de varias capas que recuerda a la composición de un pastel, haciendo referencia a la emigración de los pasteleros de los Grisones, quienes difundieron su arte por toda Europa. La estructura se compone de 32 columnas creadas en hormigón blanco, que se organizan en cuatro plantas y que van adelgazando y ramificándose antes de abrirse como un árbol para formar el espacio abovedado de la cúpula.
Las columnas se realizaron mediante un proceso de fabricación aditiva, en lugar de ser encofradas como el hormigón tradicional. Este nuevo método lo lleva a cabo un robot industrial que aplica el hormigón capa a capa según algoritmos complejos, lo que permite crear elementos de forma libre sin necesidad de moldes de soporte.
Para este proceso, Robert Flatt, profesor de Fisicoquímica de Materiales de Construcción en la ETH, desarrolló un hormigón especial que era lo suficientemente blando para unir las delicadas capas, pero que se endurece con rapidez para poder soportar las capas posteriores. Además, justo antes de que el hormigón salga por la boquilla presurizada, se añaden dos aditivos a la mezcla que permiten lograr el característico relieve en forma de gota de las columnas.
Tor Alva por Michael Hansmeyer, Benjamin Dillenburger. Fotografía por Benjamin Hofer, Nova Fundaziun Origen.
«La torre combina los últimos avances de la investigación con la experiencia de empresas y expertos. Construir la torre aquí, al pie del Paso Julier, también ha permitido a nuestros investigadores adquirir una importante experiencia práctica».
Joël Mesot, presidente de la ETH de Zúrich.
Lo característico de este proyecto consiste en que los elementos impresos en 3D no solo hacen el papel de armazón, sino que también son capaces de soportar cargas. Esto es gracias a un nuevo concepto de refuerzo implementado mediante una innovación asistida por robots, es decir, mientras un robot se encarga de aplicar las capas de hormigón, otro robot coloca refuerzos anulares en la nueva estructura cada 20 centímetros, que a su vez se complementan con barras longitudinales añadidas tras la impresión.
Este proceso, conocido como «refuerzo que crece», fue desarrollado por Walter Kaufmann, Robert Flatt y Benjamin Dillenburger (profesores de la ETH), en colaboración con Mesh. También desarrollaron un método que permite calcular, por primera vez, la capacidad de carga del hormigón impreso en 3D, un requisito que garantiza un futuro donde se puedan probar estos edificios con la misma seguridad que las estructuras tradicionales de hormigón armado.
Tor Alva por Michael Hansmeyer, Benjamin Dillenburger. Fotografía por Birdviewpicture, Nova Fundaziun Origen.