EL OTRO FUEGO por Inés Mendoza

La idea de que el valor de un libro se mide por su grosor no es sino otra de las muchas supersticiones del ser humano. Esto lleva a que, con frecuencia, los autores de relatos incluyan en sus libros piezas de calidades muy diversas, con tal de alcanzar un mínimo imaginario de páginas. Por fortuna, Inés Mendoza (Caracas, 1970), venezolana afincada en España, no es de ese parecer, y en éste su primer título -'El otro fuego'- nos ofrece una cuidada colección donde no se ha colado ni un solo cuento de relleno.

Escritos con un estilo maduro e irreprochable, que nos recuerda a algunos maestros del género, estos relatos se hallan envueltos siempre en una inquietante atmósfera de misterio o de extrañeza, que nos hacen sentir en todo momento la inminencia de una revelación. La riqueza de detalles, los ribetes oníricos y la imposibilidad de prever la deriva que seguirán sus historias son otras características del modo de escribir de la autora.

Buenos ejemplos de ello son el cuento que da título al libro, en el que un apasionado de los fuegos artificiales acaba desarrollando una rara fijación suicida. O 'Cuento neoplásico', de planteamiento tan original que está narrado por la rivalidad existente entre dos pintores. Como señala Eloy Tizón en el prólogo, 'Origami' es una de las mejores piezas del conjunto, y comienza con un insomne que, tras bajar a comprar tabaco y vodka a una gasolinera, termina internándose en un mundo extraño.

Entre otros cuentos, el libro incluye también 'Estación del destierro', protagonizada por un agente de policía que registra un desván, o 'Mutación', sobre un mensajero que recibe la herencia de un desconocido. Es de destacar el relato 'Motivos del sábado', en el que afloran apetitos sexuales entre dos parejas que acaban de mudarse a un nuevo barrio: la sorprendente capacidad de Inés Mendoza para reflejar modos de pensar masculinos viene a demostrar que la buena literatura no conoce de géneros.