Phantom restaurant Opera Garnier por Odile Decq - Benoit Cornette

Detrás de las columnas de la fachada Este de la Opera Garnier,  se encuentra el nuevo restaurante situado en el lugar donde al inaugurarse el edificio por primera vez, los carruajes tirados por caballos dejaban a los visitantes para entrar a las representaciones.

Crear un nuevo espacio en la Ópera de Garnier suponía seguir pautas estrictas sobre el carácter histórico del monumento: de manera que se garantizase la posibilidad de eliminar completamente el proyecto sin dañar la estructura existente, pues no se permitía tocar ninguna pared, pilar o techo.

La fachada del restaurante es un velo de vidrio ondulado, deslizándose entre cada pilar. Sin ninguna estructura visibe, el vidrio se sostiene mediante una sola tira de acero curvada a lo largo de la curvatura del techo. Esta tira de acero está fijada a las cornisas superiores de las columnas, 6 metros por encima del suelo con varillas de acero inoxidable de conexión. El vidrio por lo tanto se mantiene en su sitio como «por arte de magia». La fachada  permite de esta manera una visión clara y un impacto mínimo.

Otro de los requisitos para este espacio limitado fue proporcionar espacio suficiente para acomodar a 90 comensales. La entreplanta se creó  como una superficie continua. Las columnas estrechas se extienden hacia arriba, hacia la cáscara de yeso moldeado que se curva para formar los bordes de la barandilla. Este recipiente, que se desliza por debajo de la cúpula, es una formación de nubes flotando entre los elementos existentes de la habitación sin tocarlos. Se trata de una alusión a la forma cambiante del fantasma, cuyo velo blanco se desliza clandestinamente en el espacio.

Silenciosas, casi intrigantes, las suaves curvas de la entreplanta cubren el espacio con un volumen que se arquea, ondula, y flota por encima de los huéspedes. El espacio está abierto y hacia afuera.

La piedra clave de la cúpula existente sigue siendo visible desde la planta baja, mientras que de repente se muestra muy cercana a los comensales en el nivel superior. Sentándose cerca de los arcos de piedra del techo, la simetría de la cúpula no es evidente, los puntos de referencia cambian, y la percepción sensorial del espacio se altera. En la curva de la cáscara superior, inmerso en cálidos tonos rojos, el nivel superior se convierte en un espacio íntimo y privado.

La alfombra roja fluye por los escalones de la escalera principal, de manera espectacular, extendiéndose hacia el centro de la suelo negro de la planta inferior, y corriendo debajo de las mesas hasta llegar al borde de la fachada.

El diseño de este proyecto se basa en la creación de un espacio que resalta el restaurante en el interior de la Opera de Garnier, sin imitar el monumento existente, pero respetándolo a la vez, lo que afirma su carácter contemporáneo.