Eduardo Souto de Moura nació en Oporto, Portugal, el 25 de julio de 1952. Su padre era oftalmólogo y su madre, ama de casa. Tiene un hermano y una hermana: ella es también doctora, y su hermano es abogado, con una carrera política que lo llevó a ser Fiscal General de Portugal. Está casado con la arquitecta Luisa Penha y tiene tres hijas: Maria Luísa (arquitecta), Maria da Paz (enfermera) y Maria Eduarda, quien estudia arquitectura en tercer año en la Facultad de Arquitectura de Oporto.
Cursó sus primeros años escolares en la Escuela Italiana de Oporto. Se inscribió posteriormente en la Escuela de Bellas Artes de la misma ciudad, donde comenzó estudiando escultura. Sin embargo, tras un encuentro en Zúrich con el artista Donald Judd, decidió cambiar su rumbo profesional hacia la arquitectura. A lo largo de sus años de formación, trabajó con los arquitectos Noé Dinis y, posteriormente, con Álvaro Siza, con quien colaboró durante cinco años. También participó, junto a su profesor de urbanismo Fernandes de Sá, en un proyecto para un mercado en Braga, que ya ha sido demolido debido a los cambios de patrón de este tipo de áreas comerciales.
Tras cumplir dos años de servicio militar, en 1980 ganó el concurso para la Casa das Artes en Oporto, lo que marcó el inicio de su trayectoria como arquitecto independiente. Ese mismo año fundó su propio estudio. En 1997 concluyó la conversión del Monasterio de Santa Maria do Bouro en la Pousada Mosteiro de Amares, un hotel estatal que combina elementos contemporáneos con la arquitectura original del siglo XII. Entre sus obras más reconocidas también se encuentra el Estádio Municipal de Braga (2003), excavado en la ladera de una antigua cantera, un ejemplo magistral de integración con el entorno natural. En 2009 completó la Casa das Histórias Paula Rego, cerca de Lisboa, cuyas cubiertas piramidales de color rojo generan una poderosa relación visual con el paisaje circundante.
A lo largo de su carrera, ha sido invitado como profesor en numerosas escuelas de arquitectura de prestigio, incluyendo Harvard, ETH Zúrich, EPFL Lausanne, París-Belleville, Dublín y Ginebra, además de su labor continua en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Oporto. En estos contextos académicos ha mantenido diálogo e intercambio intelectual con arquitectos como Jacques Herzog y Aldo Rossi.
Su obra, frecuentemente descrita como “neo-miesiana”, se caracteriza por una meticulosa selección de materiales —granito, madera, mármol, ladrillo, acero, hormigón— y por su sensibilidad hacia el uso del color. No obstante, evita materiales en peligro de extinción y aboga por un uso responsable, especialmente de la madera, promoviendo la reforestación. Ha señalado que “no hay arquitectura ecológica, ni inteligente, ni sostenible; solo hay buena arquitectura”, subrayando que los problemas contemporáneos —energía, recursos, costes, aspectos sociales— deben ser siempre considerados. En ese sentido, entiende la arquitectura como un asunto global.
En diferentes momentos ha expresado su fascinación por Mies van der Rohe, destacando la tensión entre clasicismo y neoplasticismo en su obra, y la experimentación que lo convirtió en un arquitecto «tan moderno que ya era "post"». Aunque reconoce la influencia miesiana, especialmente en su Torre Burgo, se identifica con la reflexión de Francesco Dal Co: «es mejor no ser original pero bueno, que querer ser muy original y malo».
Souto de Moura ha sido distinguido con numerosos premios internacionales. En 2011 recibió el Premio Pritzker, siendo elogiado en la ceremonia por el entonces presidente estadounidense Barack Obama, quien destacó su estadio de Braga. En 2018 obtuvo el León de Oro en la Bienal de Venecia, y en 2024 fue condecorado con la Orden de las Artes y las Letras por el Ministerio de Cultura de Francia.
Defensor de una arquitectura situada, específica y consciente, afirma que «no existe la arquitectura universal; todo está enraizado en su lugar». Considera que proyectar implica construir fragmentos urbanos y geográficos, uniendo ética y estética, tal como lo hicieron los griegos. Hijo de un médico, ha comparado su propio enfoque profesional con el de un doctor que examina cuidadosamente el cuerpo del paciente, subrayando la precisión, observación y revisión constante en su método de trabajo. También promueve entre los jóvenes arquitectos el estudio riguroso, el viaje y el esfuerzo continuado como pilares fundamentales de la formación.
Nacido y criado en un país marcado por la historia de los descubrimientos, la dictadura y la Revolución de los Claveles, su arquitectura refleja una profunda conciencia cultural y un compromiso con los desafíos del presente. En una época de crisis ecológicas y desastres naturales, Souto de Moura sigue proyectando desde la convicción de que solo la inteligencia, la cultura y la atención al contexto pueden conducir a una buena arquitectura. El mundo espera con atención su próxima obra maestra.