Los mayores cambios, en el paisaje común de esta ciudad, no los producen los agentes inmobiliarios, la destrucción de edificios históricos o la creación de bellos o desastrosos rascacielos, los mayores cambios los está produciendo la naturaleza, demostrando la fragilidad de nuestro iconos. Sandy o ahora Jonás vienen a demostrarnos la fragilidad de nuestro imaginario.
En el caso de la tormenta Jonás, la primera de la temporada en la metrópoli de la costa este, la gente no lo está pasando bien. El frío es duro y a la vez genera esa visión tranquila después de la tormenta.
Cuando Montse Zamorano nos hacía llegar las imágenes del día después de la tormenta, le preguntamos por sus primeras impresiones, pero sobre todo por ese silencio típico que todo lo cubre cuando pasa la tormenta.
En una ciudad como Nueva York descubrir que se puede escuchar el silencio siempre es una sorpresa.-
Es extraño no escuchar un ruido en Nueva York. Sin embargo Jonas consiguió el sábado que el bullicio de fondo de la ciudad pasase de gritos en las calles, coches y sirenas a escuchar solamente la ventisca de una tormenta.
Emocionados con la primera nevada de la temporada, decidimos ir a Central Park. Una vez en la calle, nevaba desde todas direcciones, con ráfagas de viento que levantaban la nieve y hacían complicado incluso ver y caminar. Llevaba la cámara conmigo pero no llegué a sacarla de su funda porque se podría estropear, así que todas las fotos las hice con el móvil.
La ciudad estaba medio desierta y sólo nos encontramos con algún comerciante quitando la nieve de la puerta de su tienda, algún taxi o delivery man circulando muy despacio y sorprendentemente bastantes corredores entrenando en pantalón corto. Mientras tanto, la nieve seguía acumulándose en las aceras y en las calles. A las 14.30 se prohibió cualquier tipo de circulación salvo vehículos de emergencia y poco después todas las tiendas cerraron.
El día siguiente fue completamente diferente. Amaneció soleado y en las calles podía verse grupos de amigos y familias completas con trineos y colchonetas camino a Central Park. La gente se tiraba por las pendientes del parque, hacían muñecos de nieve o incluso esquí de fondo y raquetas. Los coches circulaban por las avenidas principales y algunas aceras habían sido limpiadas, pero las calles secundarias seguían repletas de nieve, que había pasado de ser blanca a gris.
Jonas ya se ha ido y ha dejado una ciudad repleta de nieve y hielo acumulado en las aceras que tardará semanas en desaparecer. Mientras tanto, ya han vuelto el bullicio de la gente, el claxon de los coches y las sirenas a todas horas.
Montse Zamorano
Las fotografías de Montse nos permiten ver un Manhattan diferente, limpio de contaminación y de su gris suciedad, un Manhattan cubierto de un manto blanco que lo convierte en una metáfora prístina de sí mismo. Esas imágenes de una utópica pureza para Manhattan no dejan de ser sino una más de las delirantes visiones de Manhattan, transcritas por las excepcionales fotografías de Montse Zamorano.
José Juan Barba