La intervención se centraba en sustituir la cubrición y cierre de la piscina climatizada existente, aprovechando el vaso de la misma, y la creación de un spa adyacente que le sirviera de apoyo.
Durante su desarrollo, el proyecto derivó en un desdoblamiento del programa, configurándolo como dos piezas independientes, respondiendo el posicionamiento de cada una de ellas a una intención distinta según sus características. Por una parte el volumen principal de la piscina, siguiendo la directriz que marcaba el hotel, horadada por una serie de perforaciones cuadradas que permiten que la luz inunde el interior. Por otra, el spa, destinado al tratamiento de la piel y el relax, se entiende como un gran mirador hacia la naturaleza y paisaje que lo rodea, girando la pieza para conseguir las mejores vistas del lugar sobre el que se asienta.
El giro independiente de las piezas, hace que se encuentren en el punto singular donde una permanece frente a la otra, conectándose y permitiendo la comunicación entre ambas, accediendo a ellas a través del lobby del hotel comunicado con la pieza principal.
Además de esto, hay que reseñar que la piscina preexistente se sitúa anexa a la que se consideraba la fachada trasera del hotel, y junto con las instalaciones se confinaban a un espacio de carácter claramente residual. El reto del proyecto fue conseguir que la piezas nuevas no sólo dejaran de ser piezas secundarias, sino que sirvieran para enaltecer y priorizar la fachada más soleada del hotel. Esta fachada hoy, bajo sus pies, tiene una cubierta salpicada de lucernarios, que mediante su juego, la convierten en la fachada principal del proyecto.
Este juego de huecos en la cubierta genera en el interior una hermosa danza de reflejos de luz en las superficies del agua, paredes y techo, a lo largo del día y de las estaciones del año, intensificado por el carácter homogéneo y mismo tratamiento que se le da igualmente a los cerramientos verticales.
En la pieza del spa, también se modela el espacio con los tamices colocados en los lucernarios, creando unas cascadas de luces de colores que deslizan por los mismos, haciendo al edificio partícipe del tratamiento, conjugándolo con la búsqueda de la beneficiosa sensación que produce la naturaleza cuando penetra en el edificio y nos hace perder cualquier otra referencia.
La vegetación se introduce a través de enormes aberturas en una fachada acristalada, y es el uso de la madera, como material vivo, lo que enfatiza esa sensación anhelada. Sólo cuando las propiedades de ésta no contribuyen a los beneficios buscados, se utiliza una cerámica de color y textura neutros que dejan todo el protagonismo a la luz, al calor y al agua de las que se va al encuentro.
CRÉDITOS.
Arquitectos: A2arquitectos: Juan Manzanares Suárez y Cristian Santandreu Utermark.
Equipo: Rut Prieto Martínez y Denise Santandreu Utermark. Colaboradores; Estructura: Melchor Mascaró. Instalación eléctrica: Electro-hidráulica. Aparejador: Regina García Borrás.
Cliente / Promotor: Hotel Castell dels Hams. (www.hotelcastelldelshams.com)
Constructora: Promotora los Rosalitos S.L. Climatización: Totelsa climatización y maquinaria de hostelería. Suministrador de material: Santandreu Sureda Materiales de construcción. Carpinterías metálicas: Velux y Promon. Fontanería: Talleres Petope. Pavimentos y revestimientos: Santandreu Sureda, Sistemas RM y Fusteria Can Teret. Rotulación: Rotuls Manacor.
Ubicación: Crta. Manacor - Porto Cristo Km. 10, Porto Cristo, Mallorca. Isla de Mallorca. España.
Fecha de finalización: 2011.
Superficie: 690 m²