Como primer paso, y aunque conozca la trayectoria del premiado, siempre miro la declaración del jurado para entender los porqués de la decisión en la elección del premiado anual. Este año nuevamente he ido a leer con extrema atención dicha declaración para poder comprender mejor los valores del nuevo “Nobel de la Arquitectura”. Es cierto que cuando se habla de un Nobel uno siempre piensa en alguien que ha realizado considerables aportaciones en su área de conocimiento, y también piensa que siempre será alguien con una trayectoria suficientemente dilatada, así que cuando estas condiciones no se dan, porque el premiado es bastante más joven o con una trayectoria menos explícita, la lectura a la mencionada declaración del jurado se realiza con mayor intensidad.
He releído varias veces la mencionada declaración sin poder sacar ninguna conclusión, ante la ambigüedad, falta de claridad en los argumentos y la generalidad de sus afirmaciones, que podrían ser asumidas para cualquier buen arquitecto de los miles que hay por el plantea. Como la declaración del premio no es cualquier cosa, es el “nobel de la arquitectura" que no el novel, he seguido insistiendo y me he dirigido a mirar el material gráfico que acompaña a la declaración.
Contemplando el extenso reportaje de imágenes que siempre aporta el premio, como dossier de prensa, he visto que sí, que se trata de un buen arquitecto, que muchas de sus obras han sido realizadas para la Universidad Católica de Chile, con un repertorio ecléctico de obras (algún proyecto incluso me ha recordado, por obvio, al ayuntamiento de Murcia de Rafael Moneo), gran parte de ellas presentadas con fotografías en las que los trabajos de construcción están a punto de terminarse. Indagando un poco más he comprobado una trayectoria llena de declaraciones y algunas acciones en las que se realiza un reconocimiento a la problemática social de la vivienda; y por último, y no menos importante, es un arquitecto que hasta el año pasado fue miembro del Tribunal del Premio que ahora le ha sido concedido.
No voy a entrar en que existan numerosos arquitectos con iguales o mejores credenciales que el premiado, es obvio que ese es un criterio del Jurado, pero sí en lo que supone un premio de estas características.
Es decir, si los criterios son estos, no llego a comprender cuál es el motivo por el que este arquitecto es más extraordinario que una gran masa de buenos arquitectos. Se me presenta un grave problema para explicar a mis compañeros, amigos, lectores, alumnos, cuál es la singularidad, cuál es el modelo que debemos mirar en esta ocasión. No sé, por encima de otros muchos arquitectos, cuál es la excelente trayectoria que lo señala como merecedor de tan “insigne reconocimiento”, ni se ve en su obra, ni lo explica el jurado del Pritzker, por mucho ruido que hagan sus palmeros.
- En cualquier caso, una de las cuestiones menos edificantes para esta concesión ha sido el hecho de que el premiado fuese miembro del jurado, como coloquialmente se dice, “hasta antes de ayer”. No existe ninguna regla que lo impida pero, por obvias razones, en Europa los cargos políticos tras dejar su puesto no pueden participar durante varios años en aquellos asuntos en los que hayan participado durante su mandato. Algo así debería ser tomado como ejemplo de limpieza para tan “insigne premio”.
- Igualmente poco edificante es la premura del premio. Las obras del premiado se presentan muchas de ellas sin tan siquiera haber terminado. Si no están acabadas ¿cómo es posible valorarlas?, ¿quién ha tenido esa capacidad premonitoria, de adivinación? Y lo que es más grave, ¿han valorado una moda? porque desde luego perspectiva crítica no ha habido.
- Todo ha sido muy extraño desde su nombramiento como comisario de la próxima Bienal de Arquitectura de Venecia. La declaración pública del premio se ha adelantado varios meses, normalmente solía ser en primavera. El año pasado se adelantó la presentación del premio pues lamentablemente falleció Frei Otto, tras una amplia trayectoria. Los devaneos del premio con otros arquitectos hicieron que el premio llegase tarde al reconocimiento de este insigne alemán. Parecía que este año no querían que les ocurriese lo mismo y recibí el anuncio de la proclamación mucho antes de navidades. Creí que adelantándose tanto este año, el 13 de enero, el agraciado era un arquitecto mayor y desde la organización no querían que les ocurriese lo mismo que el año pasado. Ahora no sé si pensar que la Bienal de Venecia comienza en mayo y no han querido robarse protagonismo.
Diferentes comentarios en las redes trasmiten la sensación de que el Pritzker pueda ser un montaje, una burla o una simple farsa ante una manera tan poco rigurosa de trabajar por parte del Pritzker (no comentaremos aquí las filtraciones, falta de rigor en sus propios anuncios de fechas y horas, etc). Ya han comenzado a surgir otras propuestas para intentar ocupar ese puesto de “nobel de la arquitectura” como el Moriyama RAIC International Prize.
El miércoles las redes ardían de indignación por la concesión del Premio, con más virulencia que en otras ocasiones y quizá en esta con bastante acierto. Por ello, la deriva perdida del Pritzker hace más evidente que nunca la pregunta: ¿Dónde vas Pritzker?