Doucerain Lièvre Delziani nació del encuentro de tres individuos con caminos cruzados: fruto de la casualidad, afinidades compartidas, oportunidades y amistad. Pierre y Arnaud se conocieron en 1998 en los estudios de diseño de la Escuela de Arquitectura de París-Belleville, mientras Stéphane comenzaba sus estudios en la Escuela de Arquitectura de Saint-Étienne. Tras finalizar sus proyectos finales de carrera, cada uno de ellos procedió a forjar su propia trayectoria profesional.
Pierre Doucerain fundó rápidamente su propio estudio y, durante más de una década, realizó encargos tanto públicos como privados. Con el tiempo, su trabajo se centró cada vez más en la rehabilitación, con numerosos proyectos que le permitieron desarrollar un profundo conocimiento en este campo complejo y rico, cultivando una relación específica con lo que ya existe.
Durante el mismo período, Arnaud Delziani adquirió una sólida experiencia en arquitectura y urbanismo a través de su trabajo con firmas de renombre. Jefe de proyecto en Christian Devillers, Gran Premio de Urbanismo en 1998, y más tarde colaborador del Atelier JAM, premio Palmarès des Jeunes Urbanistes, finalmente se convirtió en socio de Clément Vergély Architectes, donde supervisó proyectos de gran envergadura.
Fue allí donde conoció a Stéphane Lièvre, quien también fue socio de la firma durante 12 años, tras experiencias anteriores en Atelier Germe en París y Fabre & Speller en Clermont-Ferrand. En 2014, recibió el Premio Équerre d’Argent – Cultura y Deporte por la Capilla Amicale Laïque de Saint-Étienne y ha desarrollado una sólida experiencia en la gestión de proyectos públicos y privados, desde el diseño hasta la construcción.
Partiendo de sus respectivos orígenes, Pierre Doucerain y Arnaud Delziani se unieron en 2016 para fundar Doucerain Delziani, que se convirtió en Doucerain Lièvre Delziani con la llegada de Stéphane Lièvre en 2019.
Independientemente de la escala en la que operan, siempre trabajan con la economía de lo que ya existe: aprovechando las huellas del pasado, las líneas y los caminos existentes, porque utilizan elementos profundamente enraizados en su territorio, reflejan la geografía, el paisaje y la cultura.
Aprovechan el sol, la luz y la tierra, dado que son las claves de una arquitectura eficiente y confortable. Aprendiendo de quienes construyen, fabrican y ensamblan, porque cada detalle importa. Observar y revelar el valor de lo que nos rodea, cerca o lejos, porque un edificio nunca es un objeto aislado. Partir de lo que ya está y desde ahí: continuar, conectar, reunir, enriquecer, para ofrecer una respuesta única, eficaz y evidente para quienes habitarán el lugar.
