Formal y programáticamente, el edificio de LINK architectes + DLD architectes se organiza en una planta única en torno a un patio central, con una circulación fluida que favorece la interacción entre las distintas áreas: auditorio, salas de ensayo, zonas técnicas y de acceso. La planta responde tanto al deseo de centralidad y recogimiento como a la voluntad de apertura hacia las montañas, integrando visualmente el paisaje en la experiencia interior del edificio.
La estructura está construida casi íntegramente en madera local certificada (Bois des Alpes), con algunos muros de hormigón. La cubierta de zinc, articulada en facetas geométricas, se convierte en una firma visual del proyecto, tanto por su expresividad formal como por su valor simbólico. El motivo del rombo, presente en fachadas, techos y detalles interiores, actúa como hilo conductor del diseño. Acabados como el revestimiento de madera estratificada o los artesonados acústicos de contrachapado completan una propuesta en la que los materiales y la construcción refuerzan el carácter público, pedagógico y contextual del edificio.

Escuela de música, danza y teatro por LINK arquitectos + DLD arquitectos. Fotografía por Salem Mostefaoui.
Descripción del proyecto por LiNk architectes + DLD architectes
La ubicación del proyecto —en la vasta llanura glaciar atravesada por el río Arve y enmarcada por la cordillera de Aravis y el macizo de Giffre— lo integra de inmediato en un imponente paisaje que ha moldeado la distribución y el desarrollo de Sallanches.
Situado entre la ciudad consolidada al sur y las tierras agrícolas al norte, el emplazamiento de Rosay se presenta hoy como un conjunto heterogéneo. El extenso paisaje circundante, espectacular y a la vez rico en imaginación, contrasta marcadamente con un primer plano marcado por los desafíos habituales de la expansión periurbana: vastas zonas sin edificar dominadas por el uso del automóvil y un mosaico de edificios —viviendas, servicios públicos, comercios— con escalas e identidades arquitectónicas dispares.
Para consolidarse en este paisaje intermedio, el proyecto adopta una figura geométrica sencilla que restablece relaciones serenas y legibles con su entorno inmediato:
- Al norte, extiende el aparcamiento del gimnasio, creando una conexión entre ambas instalaciones; • Al oeste, se retranquea respecto a la carretera departamental para protegerse de las molestias y crear una zona verde de amortiguamiento;
- Al sur, refuerza un eje peatonal que cruza el valle;
- Al este, se abre a una amplia explanada, similar a una pradera, entre el cine, el gimnasio y la nueva escuela de música, danza y teatro.
De esta manera, la EMDT se convierte en una nueva pieza en este paisaje de objetos autónomos, a la vez que busca articular, ampliar y enriquecer su contexto.
Diseñada como una herramienta pedagógica para el aprendizaje, la práctica y la difusión artística, la escuela se organiza íntegramente en una sola planta para fomentar la circulación fluida entre las entidades programáticas y fomentar encuentros que estimulen la sinergia creativa.
Las diversas unidades funcionales se organizan en un anillo alrededor de un patio central. Desde las zonas de circulación, las vistas se extienden a través del patio, conectando visual y espacialmente las diferentes partes de la escuela. Este patio, luminoso y espacioso, potencia la circulación interior y ofrece un espacio exterior adicional, resguardado dentro del perímetro de la escuela, utilizable durante el día o para espectáculos públicos.
Aquí, el contexto inmediato se desvanece, dejando solo la silueta de las crestas montañosas circundantes recortando el cielo. El proyecto centra y condensa su programa en el interior, a la vez que se abre al exterior, hacia el espectáculo del paisaje alpino.
Introvertida y extrovertida a la vez, la planta establece una jerarquía de relaciones con el paisaje: los espacios principales (auditorio, sala de orquesta y patio central) ocupan el corazón del edificio y se abren hacia las cumbres, mientras que el anillo periférico (salas de ensayo, vestíbulo, espacios técnicos) conecta los usos diarios con el entorno inmediato. Dentro y fuera, las perspectivas se cruzan y se revelan las diferentes prácticas.
El edificio reivindica una identidad singular dentro de su emplazamiento. En lugar de mimetizarse con el entorno construido circundante, busca resonar con el entorno natural. Su arquitectura reposa sobre una base horizontal de madera, teñida con un saturador verde para integrarse con la vegetación circundante.
Sobre esta base, la cubierta se despliega como una amplia lámina de zinc, plegándose y desplegándose en respuesta a las necesidades espaciales. Esta expresiva cubierta, a través de sus patrones, forma y materialidad, crea una silueta donde los ángulos, la luz y la geometría se hacen eco de las crestas montañosas circundantes.
A través de sus tonos y formas, el edificio establece un sutil diálogo con el paisaje. Al mismo tiempo, afirma su estatus público dentro de la ciudad a través de su amplio porche de entrada, que simbólicamente atrae el espacio público bajo su techo, encarnando el espíritu de apertura y bienvenida que la institución busca ofrecer a su comunidad.
Con la excepción de algunos muros estructurales de hormigón y elementos de cimentación, todo el edificio está construido en madera, un material de origen local seleccionado bajo el compromiso compartido tanto del equipo del proyecto como del cliente de utilizar madera certificada Bois des Alpes, garantizando así el origen regional y la calidad del suministro.
El proyecto también adopta estrategias energéticas sostenibles mediante la integración de un sistema de bomba de calor geotérmica, que utiliza seis pozos profundos para satisfacer las necesidades energéticas del edificio, garantizando así responsabilidad ambiental y un alto rendimiento.
Desde la fase de concurso, se decidió utilizar una cubierta de tejas de zinc para dotar a las superficies de una textura y una vitalidad únicas. Aquí, el zinc se reinterpreta no como una piel continua, sino como un patrón: un elemento compositivo a escala humana y legible.
Inicialmente expresado en forma de rombos o triángulos dobles, este motivo se convierte en un hilo conductor en todo el proyecto. Se emplea no solo por sus cualidades formales y narrativas, sino también para abordar retos técnicos.
Los artesonados de contrachapado del auditorio y las geometrías de los techos de la sala de ensayo reinterpretan esta figura para satisfacer las necesidades acústicas. En el exterior, los aleros de zinc con junta alzada de la cubierta presentan bordes festoneados, alineados con el ritmo de las tejas de zinc, proyectando un vibrante juego de sombras en las fachadas.
El revestimiento de madera estratificada, que organiza la disposición de las aberturas, presenta un ritmo almenado que recuerda a los perfiles ornamentales de las tradicionales palinas saboyanas. Incluso los soportes triangulares que sostienen las barras de ballet, multiplicados por los reflejos en los espejos, recuperan la forma del diamante, ahora un motivo recurrente, casi ritual.
Lejos de ser un mero adorno, esta figura se convierte en un pretexto para una minuciosa atención a cada detalle: un lenguaje que conecta, narra y estructura todo el proyecto.