El taller WRA - Wild Rabbits Architecture reúne a jóvenes talentos apasionados al servicio de la arquitectura social y contemporánea.
Fabrice Lagarde y Vladimir Doray se acercan al juego a diario, asumiendo su condición de artesanos comprometidos, apasionados por las herramientas de diseño para las diversas formas de diálogo en torno al proyecto, por la evolución de las formas de vida. La asombrosa diversidad de su producción refleja la consideración del contexto en sentido amplio y esta pregunta constantemente renovada: "¿qué podríamos hacer aquí y qué no podríamos hacer en otro lugar?". La respuesta a veces está en el programa, el proceso constructivo (les gusta la madera), un enfoque ambiental innovador, una forma de hablar.
Desde 2015 WRA e Ithaques comparten las mismas premisas, ampliando el círculo de juego a las rehabilitaciones de las que Danyel Thiebaud y Anna Bogdan han hecho una especialidad. Si las tareas están bien distribuidas en el papel, si persiste una cierta emulación, la vida diaria es simplemente la de una agencia que se desarrolla con actores múltiples y complementarios. Desde la evidencia compartida de una fiesta arquitectónica hasta el detalle que mata finalmente logrado, el placer del trabajo bien hecho es el motor de esta pequeña agencia que se eleva sin perder nada de su hermosa energía inicial.
Fabrice Lagarde y Vladimir Doray se acercan al juego a diario, asumiendo su condición de artesanos comprometidos, apasionados por las herramientas de diseño para las diversas formas de diálogo en torno al proyecto, por la evolución de las formas de vida. La asombrosa diversidad de su producción refleja la consideración del contexto en sentido amplio y esta pregunta constantemente renovada: "¿qué podríamos hacer aquí y qué no podríamos hacer en otro lugar?". La respuesta a veces está en el programa, el proceso constructivo (les gusta la madera), un enfoque ambiental innovador, una forma de hablar.
Desde 2015 WRA e Ithaques comparten las mismas premisas, ampliando el círculo de juego a las rehabilitaciones de las que Danyel Thiebaud y Anna Bogdan han hecho una especialidad. Si las tareas están bien distribuidas en el papel, si persiste una cierta emulación, la vida diaria es simplemente la de una agencia que se desarrolla con actores múltiples y complementarios. Desde la evidencia compartida de una fiesta arquitectónica hasta el detalle que mata finalmente logrado, el placer del trabajo bien hecho es el motor de esta pequeña agencia que se eleva sin perder nada de su hermosa energía inicial.
