Desde el pasado 28 de Junio al 2 de Julio se ha celebrado en Santander la IV Edición del Festival de Cine y Arquitectura (FICARQ). El programa ha incluido cuarenta títulos de ficción y documental y más de una docena de conferencias de arquitectura, dirección de arte y nuevas tecnologías. METALOCUS ha tenido la oportunidad de seguir el programa de cerca y entrevistar a profesionales como el cineasta y arquitecto Fernando Colomo, el director de arte norteamericano y especialista en efectos especiales John Bell y al realizador Carlos Saura, galardonado con el premio de honor del FICARQ y que ha hablado de su documental sobre Renzo Piano.

En esta edición, el festival ha contado con el polifacético Fernando Colomo como presidente del jurado de sección oficial y ha mostrado su último largometraje, Isla Bonita.  Hemos podido charlar con él sobre su formación como arquitecto y su visión de la situación actual de la arquitectura.

L.M. ¿Qué influencia ha tenido tu formación como arquitecto en tu trabajo como director?

F.C.
La verdad es que mucha, aunque no de manera directa. Por un lado me ayudó materialmente ya que me permitió ahorrar, durante los 5 años que ejercí la arquitectura para poder hacer mi primera película. Por otro lado mi formación como arquitecto me daba cierta ventaja a la hora de planificar, de visualizar el espacio, de poder dibujar rápidamente o de crear storyborads más estudiados. Tenía unas herramientas que me hacían sentirme cómodo y que en ciertas películas han sido fundamentales. 

L.M. ¿En qué momento decidiste cambiar la arquitectura por el cine?

F.C. La arquitectura fue siempre para mi algo provisional. Cuando yo terminé el colegio, se accedía a la universidad con 17 años y para entrar a la escuela de cine tenias que tener 21 años. Para no quedarme colgado 4 años y como se me daba bien el dibujo decidí ingresar en la escuela de arquitectura aunque estuve a punto de dejarla, los dos primeros años me resultaron los más duros.

L.M. ¿Cómo fue tu ejercicio como arquitecto? 

F.C. Estuve de arquitecto municipal en Villadelprado, a 60 Km de Madrid, durante 5 años. Incluso después de haber realizado dos películas, hice un par de chalets, pero me costaba convivir con tanta burocracia. La parte del proyecto la disfrutaba, pero el papeleo me abrumaba y el ejercicio de la profesión no tenía nada creativo como arquitecto municipal.

L.M. Si a día de hoy, teniendo en cuenta la coyuntura económica actual, tuvieras que decidir entre dedicarte al cine o a la arquitectura, ¿por cuál de las profesiones optarías?

F.C. Me quedaría con el cine, pero últimamente estoy deseando tener tiempo libre para desarrollar un proyecto que hice en tercero de carrera, unas viviendas unifamiliares inspiradas en el proyecto Habitat 67 de Moshe Sadfie y el módulo HELE de Rafael Leoz. Desarrollé la idea con tizas y piezas de Lego (agotamos todas las piezas de todos los Corte Inglés de Madrid). A día de hoy solo tengo una foto de la maqueta y estoy deseando tener tiempo para poder reproducirla y proyectarla de nuevo.

L.M. ¿Por qué crees que ha habido tanta relación entre el cine y la arquitectura?

F.C. El arquitecto de por sí siente una fascinación por el cine. Recuerdo que en la escuela los estudiantes eran muy aficionados, como si fuera una asignatura más de las que gustan. En mis inicios como cineasta llamaba a compañeros ya instalados en la profesión como Higueras y Miró que se implicaron en mis proyectos y me ayudaron a financiar mis primeras películas.

Aunque es cierto que no hay muchos casos de arquitectos que se han pasado al cine. En España también está Juan Bollaín y recuerdo que en su época Ricardo Bofill hizo un corto que se llamaba Circles muy estético, sin diálogos.

L.M. ¿Sigues la actualidad de la arquitectura? 

F.C. En los últimos años he seguido la arquitectura con preocupación y cierto enfado. Parece que la gente está participando más de la arquitectura pero de la arquitectura de arquitectos estrella que lo que proyectan son esculturas habitadas por dentro. Toda esa exhibición casi obscena de poderío arquitectónico, lleva a la arquitectura al servicio de la sociedad actual, una sociedad desigual y de consumo desmedido. No dejan de ser obras faraónicas como símbolo de ese poder.

Por otro lado veo que existe lo contrario, arquitectos jóvenes fundamentalmente que hacen arquitectura barata e inteligente adaptadas al medio. Si ahora fuera arquitecto me preocuparía mucho por la sostenibilidad energética, las casas pasivas, cosas  de las que antes no se hablaba.

L.M. ¿Cuál de las dos profesiones ves con más proyección de futuro en España?

F.C. Están las dos fatal. La diferencia es que la arquitectura ha pasado de 100 a 0. El cine siempre ha estado en crisis y se ha ido adaptando a las dificultades.
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Entrevista
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Leonor Martín - METALOCUS
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Agradecimientos a
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Fernando Colomo y a la IV edición del FICARQ
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Lugar
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IV Edición del Festival de Cine y Arquitectura (FICARQ), Santander, España.
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Fernando Colomo. Nace en Madrid en 1946. Es titulado por la Escuela de Arquitectura de Madrid y por la Escuela Oficial de Cine. Debuta en 1977 con Tigres de papel, toda una revelación en el cine español del momento. Un año después dirige ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste? y participa en el film Cuentos eróticos (1979) con el episodio "Koñensönatten".

Durante los años ochenta realiza siete películas entre las que figuran algunos de los títulos más emblemáticos de su primera época, como La mano negra (1980), premiada en el Mystfest de Italia, Estoy en crisis (1982), La línea del cielo (1983), rodada en Nueva York, con Antonio Resines encabezando el reparto, La vida alegre (1987), su gran éxito y por la que Verónica Forqué recibió el Goya a la Mejor Actriz, o Bajarse al moro (1988), con Antonio Banderas como uno de sus protagonistas.

En 1985 realiza El caballero del dragón, película con un reparto internacional, protagonizada por Harvey Keitel, Klaus Kinski y Miguel Bosé, que supuso la producción de más alto presupuesto del momento y cuya temática de ciencia ficción ambientada en el medievo "se adelantó a su época", según se ha ido manifestando con la perspectiva del paso del tiempo.

Como director, en los noventa, realiza títulos como Rosa Rosae (1993), con Ana Belén y María Barranco, Alegre ma non troppo (1994), protagonizada por Penélope Cruz y premiada en el Paris Film Festival como Mejor Película, El efecto mariposa (1995), rodada en Londres y con James Fleet entre sus protagonistas, Eso (1995), premiada en el Festival de Munich, y Cuarteto de La Habana (1998). Además de escribir sus películas y colaborar como guionista en sus producciones, coescribió el guión de la exitosa Las cosas del querer (1989), dirigida por Jaime Chávarri.

En su etapa más reciente ha dirigido las comedias Los años bárbaros (1998), Cuarteto de la Habana (1998) y Al sur de Granada (2002), esta última inspirada en la autobiografía homónima de Gerald Brenan, que narra su estancia en un olvidado pueblo de la Alpujarra y sus amores con las mozas del lugar. El Próximo Oriente (2006) rodada en el barrio multiétnico de Lavapiés (Madrid) es la historia de un joven carnicero que se convierte al Islam. La banda Picasso (2012) y  Isla bonita (2015 )

Para la TV ha dirigido producciones televisivas como la serie Chicas de hoy en día (1991) Famosos y familia (1999), Cuarteto de la Habana (1999), Dime que me quieres (2001) y El pacto (2010), una miniserie en dos capítulos con guion de Santos Mercero (hijo del director Antonio Mercero), inspirada en una historia real: el acuerdo entre varias adolescentes en un colegio de Estados Unidos para quedarse embarazadas al unísono.
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