Tanto las exposiciones como el libro publicado te sorprenderan, por formato, contenido y técnica. Fernando Maselli (Buenos Aires, 1978) utiliza la naturaleza como principal fuente de inspiración. Esta le sirve de materia prima para la creación de una obra en la que el autor desafía los límites de la realidad y pone en jaque la forma en que el espectador se aproxima a una realidad que no es tal, ya que surge de una construcción artificial.
Artificial Infinite es un libro que ejemplifica esta concepción artística del artista argentino y que nace de la exposición Infinito Artificial de la Galería Kursala de la Universidad de Cádiz y de la sala de exposiciones temporales del Museo Universidad de Navarra.
Este proyecto consiste en una investigación fotográfica en torno a la categoría estética de lo sublime, que se representa como un extrañamiento, una remoción, un temor controlado que atrae al alma, presente en cualidades como la inmensidad, el infinito, el vacío, la soledad, o el silencio. Maselli ofrece imágenes de abruptas cadenas montañosas que, en sus claroscuros, profundidades y penumbras, producen un efecto que él denomina “lo sublime terrorífico”, y subraya, mediante técnicas de fragmentación, repetición, multiplicación y superposición de volúmenes, la magnificencia de las cordilleras que previamente ha fotografiado del natural.
Las obras que integran esta serie no se constituyen en tomas fotográficas de la realidad, sino que ofrecen paisajes recreados a través de complejos montajes fotográficos donde Maselli subraya, mediante técnicas de fragmentación, repetición, multiplicación y superposición de volúmenes, la magnificencia de las cordilleras que previamente ha fotografiado del natural.
Artificial Infinite explora, así, la relación del hombre con la naturaleza virgen y supone también una reflexión sobre una de las líneas principales del discurso fotográfico contemporáneo, aquella que explora el vínculo entre la realidad y su construcción, y la forma en que el espectador se aproxima a ambas. Fernando Maselli afronta su trabajo como un viaje en solitario con referencias a la pintura clásica, la literatura, la filosofía y la estética con el objetivo último de poner al espectador frente a un espectáculo sublime que le haga preguntarse sobre la conciencia, el universo, las creencias y nuestro propio origen.
Como explica el catedrático y escritor Eduardo Martínez de Pisón en el texto El noveno día, que acompaña a las imágenes del libro:
Artificial Infinite es un libro que ejemplifica esta concepción artística del artista argentino y que nace de la exposición Infinito Artificial de la Galería Kursala de la Universidad de Cádiz y de la sala de exposiciones temporales del Museo Universidad de Navarra.
Este proyecto consiste en una investigación fotográfica en torno a la categoría estética de lo sublime, que se representa como un extrañamiento, una remoción, un temor controlado que atrae al alma, presente en cualidades como la inmensidad, el infinito, el vacío, la soledad, o el silencio. Maselli ofrece imágenes de abruptas cadenas montañosas que, en sus claroscuros, profundidades y penumbras, producen un efecto que él denomina “lo sublime terrorífico”, y subraya, mediante técnicas de fragmentación, repetición, multiplicación y superposición de volúmenes, la magnificencia de las cordilleras que previamente ha fotografiado del natural.
Las obras que integran esta serie no se constituyen en tomas fotográficas de la realidad, sino que ofrecen paisajes recreados a través de complejos montajes fotográficos donde Maselli subraya, mediante técnicas de fragmentación, repetición, multiplicación y superposición de volúmenes, la magnificencia de las cordilleras que previamente ha fotografiado del natural.
Artificial Infinite explora, así, la relación del hombre con la naturaleza virgen y supone también una reflexión sobre una de las líneas principales del discurso fotográfico contemporáneo, aquella que explora el vínculo entre la realidad y su construcción, y la forma en que el espectador se aproxima a ambas. Fernando Maselli afronta su trabajo como un viaje en solitario con referencias a la pintura clásica, la literatura, la filosofía y la estética con el objetivo último de poner al espectador frente a un espectáculo sublime que le haga preguntarse sobre la conciencia, el universo, las creencias y nuestro propio origen.
Como explica el catedrático y escritor Eduardo Martínez de Pisón en el texto El noveno día, que acompaña a las imágenes del libro:
“El artista es un creador de mundos. Puede pintar con fotografías, componer con las formas del planeta nuevos planetas. El artista hace montañas ideales que nacen y se multiplican desde las montañas tangibles y solo existen en su modo de mirar el mundo y de contárselo gráficamente al observador afín”.