La última ampliación se ha construido en una parcela que se encuentra entre la Casa Grande y la muralla medieval del casco antiguo, que también es la frontera natural de un valle, en busca de "un espacio urbano permeable", comentan Tuñón Arquitectos.
El nuevo edificio no sólo es la ampliación del área de exposición del Centro de Artes Visuales Fundación Helga de Alvear destinado a la Colección Helga de Alvear con un nuevo auditorio, sino que además ordena los espacios de la Casa Grande, albergando el área administrativa y convirtiendo a algunos de sus espacios actuales en salas de exposiciones temporales, centro de documentación y área de servicios educativos.
Como parte central del proyecto, un recorrido público peatonal, reordenará urbanísticamente la zona poniendo en comunicación el casco histórico con la zona nueva de la ciudad. En total, la superficie construida alcanzará los 8.000 metros cuadrados.
Descripción del proyecto por Emilio Tuñón
Una estrategia, no una forma.
El proyecto intenta escuchar el lugar, e imaginar una ciudad posible que, sin renunciar a nuestra época, sea capaz de preservar el modo en que la ciudad respira.
Se trata pues de encontrar el territorio común entre lo contemporáneo y aquello que permite a la ciudad reconocerse a sí misma; una figura, o mejor una estrategia, que contenga en sí misma ambas caras.
Una estrategia considerada en términos de oportunidades. Un conjunto de reglas dictadas por las preexistencias. Una reinterpretación de las mismas que hacen del proyecto, continente y contenido, un regalo para la ciudad.
Un límite que es punto de encuentro.
La parcela conforma una frontera en la ciudad tanto en la historia, al borde de la edad media del casco antiguo, como en la geografía, elemento que se encarama y conforma los quiebros de una vaguada.
La propuesta devuelve al solar el carácter de tierra de tránsito e intercambio que fueron las zonas de extramuros, lo vuelve permeable. Desde la calle Pizarro, bajo la fachada preexistente, y a través del todavía jardín trasero, se despliega un recorrido público que es un eslabón más en la cadena de plazas y callejuelas por la que se recorre el Cáceres antiguo, y es el modo natural de salvar el desnivel que lleva a la parte nueva de la ciudad.
Del mismo modo en que el arte, antes privilegio de una élite, se torna accesible, el edificio también intenta en un trompe l´oeil urbano, si no eliminar, sí retorcer y diluir el único límite que casi siempre permanece, lo que es de unos pocos y lo que es de todos, articulando en el vacío, una arteria pública que atraviesa sin tocarla la esfera de lo privado.
La presencia de lo posible: aquello que permanece y aquello que cambia
El proyecto es fiel a la esencia de lo existente y el conjunto que se propone no difiere mucho de lo que el solar ahora es: una casa con un jardín.
Permanecen las trazas contundentes, la volumetría rotunda casi intacta, distorsionado reflejo de la geometría ortogonal y pétrea de la “Casa Grande, pero el aparente hermetismo se disuelve en los recorridos exteriores accesibles. Una “casa”, también en cuanto a funciones, que aloja el núcleo administrativo con que funcionará el centro, y una “casa nueva”, para el esparcimiento y el paseo amable, en el que se ubican también los almacenes y las instalaciones que alimentarán el edificio.