Luca Fortin y Atelier Mock/up participan con Faire le vide en una iniciativa más amplia que busca transformar el parque en un destino cultural al aire libre. En este caso, la instalación se sitúa sobre una base rocosa, aislada y de difícil acceso. Su ubicación refuerza la idea de descubrimiento, convirtiendo el recorrido, ya sea en canoa o kayak, en parte de la experiencia. Desde el lago, el volumen se presenta como un hito silencioso que dialoga con la altura del bosque y la topografía rocosa, en una integración que evita la monumentalidad.
El programa es minimalista: un espacio para estar, mirar y habitar el silencio. Se materializa en un volumen cúbico de madera laminada de cedro, completamente prefabricado y ensamblado a mano in situ. Su exterior ortogonal, con lamas verticales, establece una relación visual con el bosque circundante, mientras que el interior fresado presenta formas y texturas orgánicas que reflejan la huella de la herramienta CNC. Esta dualidad de un contenedor rígido versus un interior fluido establece una tensión perceptiva que transforma la técnica en una experiencia estética.

«Faire le vide» por Luca Fortin y Atelier Mock/up. Fotografía por Behind Création.
Descripción del proyecto por Luca Fortin y Atelier Mock/up
Encaramada en un promontorio rocoso en una isla remota, la instalación de arte público Faire le vide se extiende por el vasto paisaje del Parque Regional Poisson Blanc, en el municipio de Notre-Dame-du-Laus, Quebec. Como primera de una serie de intervenciones artísticas en las islas del parque, el proyecto, iniciado por Poisson Blanc, busca transformar el embalse en un destino al aire libre y una experiencia cultural.
La obra adopta la forma de un cubo de madera: un exterior minimalista, casi monolítico, que esconde un interior esculpido con curvas fluidas y texturas intrincadas. Es la propuesta ganadora de un concurso de diseño, concebida por un equipo compuesto por el artista y arquitecto Luca Fortin y Atelier mock/up.
Fruto de una profunda sensibilidad hacia el lugar, el monolito fue diseñado para integrarse a la perfección en su entorno insular. Accesible únicamente por agua (en canoa o kayak), la instalación se revela como un secreto bien guardado enclavado en el corazón del embalse. Vista desde el lago, su forma y materialidad actúan como un sutil punto de referencia, invitando a la curiosidad y animando a explorar la Isla n.° 22.
Las limitaciones del terreno se convirtieron en oportunidades para la innovación en el diseño. Totalmente prefabricada fuera del terreno, la estructura se instaló sin el uso de maquinaria pesada. Cada losa de madera se transportó en barco y luego se cargó y ensambló a mano. Faire le vide se diseñó y ubicó deliberadamente para minimizar su impacto en el afloramiento rocoso y el paisaje circundante.
Elaborada en cedro laminado y fresada con CNC, la estructura se ensambló pieza por pieza en el lugar. Surgen dos geometrías distintas: una carcasa exterior ortogonal y una cámara interior de expresión orgánica. Los muros exteriores están revestidos con listones verticales que armonizan con la verticalidad del bosque circundante, mientras que el interior conserva las marcas dejadas por la fresadora: texturas que evocan las ondas del viento en la superficie del agua. Estas trayectorias de herramientas son el resultado de una meticulosa experimentación, donde ranuras y flautas demuestran cómo los procesos industriales pueden reinventarse para crear experiencias perceptivas y poéticas.
Faire le vide es un encuentro entre el lugar y la artesanía, donde el arte y la fabricación se entrelazan. Teje un diálogo entre el gesto, el material y el ritmo del paisaje: un umbral entre lo visible y lo invisible que celebra la poética del lugar y el tiempo. La obra nos recuerda que el arte puede surgir donde menos lo esperamos: en un recodo del camino, en una isla aislada, entre dos respiraciones. En la simplicidad del momento presente, revela su poder para transformar nuestra visión del mundo.