
Pepe Ramírez proyectó una vivienda con un programa que incluye espacios domésticos acompañados de jardines abiertos, un huerto y vegetación interior integrada a la vida cotidiana, además de un estudio-biblioteca destinado a conservar su acervo documental y profesional.
El tratamiento sensorial de la vivienda fue un aspecto importante: la luz y sus sombras generan atmósferas de recogimiento, mientras la vegetación se dispuso para que participara activamente en la vida interior. Sus colores y su relación con el contexto son respetuosos, evitando imponerse y buscando mimetizarse con el entorno. El acceso plantea un recorrido que culmina en un jardín exterior como remate visual, evocando la poética barraganiana. Hacia la calle, la fachada se presenta discreta, silenciosa, pero con una volumetría nítida.
En el ámbito constructivo, la casa emplea materiales naturales que recuperan tradiciones locales. La estructura, realizada en hormigón armado con acabado en tabla, responde a un planteamiento sobrio, donde la solidez volumétrica sostiene espacios de transición entre interior y exterior. Los enfoscados y fratasados permiten terminaciones más artesanales, lo que favorece la combinación de sencillez constructiva, calidez y cercanía en su imagen formal.

Casa Eréndira por Pepe Ramírez. Fotografía por Cesar Belio.
Descripción del proyecto por Pepe Ramírez Arquitectos
Ubicada en una colonia popular, en un lote medianero de 10 metros de frente por 25 de fondo, Casa Eréndira fue concebida para dos mujeres: madre e hija. Amantes de la cultura mexicana, de los materiales naturales, de la vegetación y de la calidez que ofrece la mano de obra artesanal característica de los pueblos de Michoacán, ellas buscaban una vivienda que reflejara esta esencia tanto en su espíritu como en su materialidad.
El proyecto responde a este deseo a través de jardines abiertos que permiten situar un huerto, vegetación interior que acompaña la vida cotidiana y una atmósfera donde la luz y la sombra evocan cierto misticismo. A ello se suma un espacio destinado a estudio-biblioteca, concebido como contenedor de su acervo documental y profesional.

En Casa Eréndira, el verdadero lujo reside en la experiencia del espacio mismo: en la luz cambiante, en la sombra que se proyecta, en la vegetación que respira junto a la arquitectura y en el diálogo respetuoso con el contexto. La casa no busca imponerse ni destacar, sino integrarse y mimetizarse con su entorno. El uso de materiales naturales y jardines que retoman la flora local se vuelve la premisa fundamental para generar un lugar de tranquilidad, libertad y armonía.
Desde el acceso, la intención es que el recorrido interior se convierta en la experiencia central: un trayecto que conduce hacia un jardín exterior como remate visual, recordando la poética espacial de la Casa-Estudio de Luis Barragán. Hacia la calle, la fachada se presenta discreta, silenciosa, pero deja entrever la fuerza de su volumetría que, sin estridencias, logra imponer su presencia.