Los diferentes materiales que componen la casa determinan también la distribución de espacios: una zona acristalada se corresponde con los espacios más públicos de la vivienda, otra parte semienterrada en hormigón proporciona los espacios de servicio, mientras que la porción encalada aloja los espacios de descanso.
Descripción del proyecto por José Francisco García-Sánchez
La Casa Gallarda, es una casa de vacaciones que, previsiblemente, termine convirtiéndose en la vivienda habitual de una pareja joven abierta a cierta vida social exterior. Se trata de una casa de amplias dimensiones en su zona más pública —estar y comedor— y vinculada siempre al exterior: tanto a la parcela aterrazada —donde se plantarán pinos— como a la plataforma de la piscina. Por tanto, se propone una vida de actos sencillos, sin renunciar al placer de lo cotidiano: regar unas plantas, sentarse a leer debajo de un árbol, tumbarse bajo la sombra del porche o zambullirse en el agua bajo la canícula. La Arquitectura mediterránea siempre fue ese bastidor blanco y sencillo —a veces invisible— donde el hombre se entrega a la felicidad casi sin darse cuenta.
La Casa Gallarda son tres casas:
C1. LA CASA TRANSPARENTE. Es de vidrio y está a la sombra. Es el lugar para estar. Se vive participando del paisaje y del mar. Se cocina y se come. Esta casa se prolonga hasta la plataforma de la piscina; también hacia el jardín. La casa se prolonga hasta el mar.
C2. LA CASA MADRIGUERA. Es una casa de servicio. Es de hormigón y pertenece a la Tierra. Está enterrada y, literalmente, es un muro de contención del desnivel.
C3. LA CASA BLANCA. Es de cal, opaca y aérea. Está cerca del cielo: allí sólo se duerme y se sueña.
PAISAJE
No hay duda: el paisaje es más intenso, cuando entre nosotros y él se interpone un objeto. Tanto la obra de Richard Long como el dibujo de Mies Van der Rohe para la Casa Resor inciden sobre esa idea. En el caso del artista, coloca un delgado marco sobre la hierba en Ashton Park, en Bristol; y sitúa un círculo de piedras un poco más abajo. Su marco señala, subraya y celebra la presencia de los dos árboles y las piedras. Con esta obra, Richard Long nos explica cómo ese artificio refuerza la noción de paisaje. En el caso de Mies, también los cuatro delgados soportes de su dibujo intensifican la visión que nos muestra.
La Casa Gallarda no renuncia de la estructura. La muestra sincera; de la misma forma que lo hicieron los constructores del Templo Nike en la Acrópolis o Luigi Figini en su casa italiana: en ambos casos presentaron la columna como un éxito.
DESNIVEL
La Casa Gallarda se sitúa en lo alto de la parcela, allí donde las vistas al Mar Mediterráneo, al pueblo de Las Negras y al Cerro Negro son más nítidas. Así, el volumen de la casa se orienta, por un lado buscando las mejores vistas; y por otro, acomodándose —en su lado mayor— a la topografía. La Casa Gallarda da una respuesta austera, eficaz y definitiva al «sitio»; así como a los condicionantes programáticos del cliente.
BAJO TIERRA
La casa es heredera de una cierta tradición de casas mediterráneas: volúmenes encalados de color blanco, cuyas ventanas —bien por su reducido tamaño o por su retranqueo— se protegen de la irradiación directa del sol, evitando el molesto efecto invernadero que se produce cuando éste incide en las superficies acristaladas. La tradición mediterránea, exige de casas semi-enterradas, por tanto, frescas.