En el segundo nivel al igual que en planta baja con el patio, se pretende vincular las estancias al exterior para generar un recorrido agradable, que aproveche al máximo el clima y la luz del Mediterráneo. Esta disposición genera diferentes transiciones entre los llenos y vacios del edificio.
Descripción del proyecto por Horma
Tallar un volumen para definir un vacío.
El proyecto nace con una singularidad urbanística que permite situar la vivienda adosada a uno de sus lindes. La propia implantación de la propuesta ya parte de la ventaja de conocer la ubicación de sus colindantes y se posiciona en su lado opuesto con el fin de conseguir vistas más despejadas y ventilación más fluida.
Desde la calle, una barrera coronada en bloques de hormigón dota de privacidad al interior, al mismo tiempo que permite visualizar las trazas del volumen blanco que compone la vivienda.
Su huella en cota +0 se deforma para abrazar un patio que da sentido a cada una de sus estancias. Dicho patio sirve como centro y articulador de la actividad en planta baja, en la cual se ubica la zona de día. Además, permite maximizar su longitud de fachada y extender su relación con el exterior, deshaciendo los límites tradicionales y estableciendo así una nueva vinculación con el mismo. Las sucesivas transiciones entre interior y exterior permiten un movimiento amable por la parcela y una atractiva relación entre el vacío y el cuerpo esculpido.
El segundo nivel de la vivienda alberga la zona de noche, la intención primera es crear un recorrido agradable vinculado al exterior, al mismo tiempo que se aprovechan las orientaciones más favorables para cada una de las estancias.
La vivienda se percibe como un conjunto de volúmenes esculpidos en el cual el blanco de fachada se mezcla con los detalles en madera de roble del interior y con el verde de la vegetación.
Un planteamiento aparentemente libre pero muy meditado en cada uno de sus movimientos.