«Medusa», proyectada por Collectif Xenia (Pierre Musy y Romain Iff) y los arquitectos Gauthier Füllemann y Denis Sermaxhaj, evoca el movimiento, el encuentro y la alteración de la atmósfera con una intervención efímera, concebida como una obra en varios actos entre una grúa, un velo y un grupo de intérpretes.
La propuesta se ejecuta mediante el movimiento pausado de la grúa, mientras el velo se desliza por un aparcamiento, dando paso al cambio de percepción y transformación del espacio de quienes visitan el lugar.

«Medusa» por Collectif Xenia, Gauthier Füllemann y Denis Sermaxhaj. Fotografía por Pierre Marmy.
Descripción del proyecto por Collectif Xenia, Gauthier Füllemann y Denis Sermaxhaj
La Fundación PAV ha recibido el encargo de administrar los terrenos de propiedad del Estado de Ginebra, que posee la mayoría de las parcelas en la zona de Praille, Acacias y Vernets.
Desde principios del siglo XX, con el fin de impulsar el desarrollo industrial del cantón, el Estado ha puesto sus propiedades a disposición mediante el régimen de «derechos distintos permanentes», separando así la propiedad del terreno de la propiedad de los edificios.
Sin embargo, este acceso a la propiedad está limitado en el tiempo, con una duración máxima de cien años. Una vez transcurrido este plazo, se revocan los derechos de uso y cualquier edificación construida en el terreno revierte legalmente al propietario.
Este particular marco de gestión territorial y acceso a la propiedad ha conducido a la situación actual, donde parcelas de terreno, antaño fértiles y dedicadas a la producción agrícola, posteriormente convertidas en naves industriales, se encuentran ahora en desuso. Aguardan en silencio la llegada de una nueva forma de producción social, impulsada por el proyecto urbanístico del futuro distrito PAV.
Mientras tanto, estos terrenos industriales abandonados anhelan recuperar su significado, ser revitalizados por la vida y por personas que buscan espacios alternativos y singulares para la creación, espacios que, sobre todo, sean económicamente accesibles, algo que la ciudad, saturada por el mercado, rara vez ofrece en otros lugares. Aprovechan, además, un breve momento de libertad entre dos regímenes de propiedad.
En este paisaje dominado por enormes e inmóviles siluetas industriales, la vida comienza a fluir de nuevo gracias a la llegada de una performance. En este contexto, Medusa cobra vida, una intervención del colectivo Xenia (Pierre Musy y Romain Iff), con Gauthier Füllemann y Denis Sermaxhaj.
Concebida como una obra en varios actos, la pieza orquesta un diálogo preciso entre una grúa, un velo y un grupo de bailarines. Una grúa luminosa se despliega lentamente; otrora símbolo de transformación urbana, aquí se desvía de su propósito original. Su movimiento lento y deliberado descorre un velo, un catalizador para la metamorfosis, que se desliza con gracia por el espacio diáfano de un aparcamiento, transformando sutilmente la atmósfera y las interacciones que se desarrollan a su paso.
A su paso, surgen momentos de intercambio y convivencia. El proyecto se posiciona en contrapunto a la densificación inmobiliaria y financiera que da forma al distrito. Mientras se levantan torres en este territorio negociado entre el Estado y los inversores privados, Medusa ocupa los espacios intersticiales de espera, esos vacíos temporales que quedan abiertos entre dos fases de construcción.
A escala de un barrio dominado por la monumentalidad industrial, el proyecto busca redirigir la atención hacia otra dimensión: la del individuo, el cuerpo, el movimiento y el encuentro, cuestionando a la vez la lentitud de dichas transformaciones vecinales y explorando formas de diseñar con lo efímero para responder a las necesidades y deseos inmediatos.