La geometría se convierte en el protagonista total del interior del restaurante, tratado como un elemento artístico enmarcando con los falsos techos triangulares de madera. En el exterior se busca la inmersión en el Cantábrico mediante una caja de cristal la máxima transparencia para añadir una visión total del paisaje de la bahía de Santander.
Restaurante MMC, Museo Marítimo del Cantábrico por Zooco Estudio. Fotografía por David Zarzoso.
Descripción del proyecto por Zooco Studio
«Nueva» estructura de hormigón guarda un restaurante con vistas al mar.
El Museo Marítimo del Cantábrico, situado en la calle Severiano Ballesteros de Santander, fue concebido como parte de un complejo arquitectónico junto con el Centro Oceanográfico, siendo proyectado por Vicente Roig Forner y Ángel Hernández Morales y construido entre 1975 y 1978.
El edificio original consiste en dos cuerpos cuadrados conectados por una marquesina, con una estructura de hormigón. El interior se distribuye en tres plantas alrededor de un patio central cubierto por una bóveda de membranas paraboloides. En 2003, se llevó a cabo una reforma y ampliación que incluyó la extensión de la fachada oeste y la cubierta de la terraza con una estructura de aluminio piramidal, alterando así la concepción inicial de la edificación.
Restaurante MMC, Museo Marítimo del Cantábrico por Zooco Estudio. Fotografía por David Zarzoso.
El proyecto es un nuevo espacio de coronación del museo en la planta segunda que alberga el restaurante y terraza de este. Conlleva la creación de un nuevo volumen que da solución a las patologías presentes en la cubierta y fachada que presentaba el edificio en la actualidad.
La morfología cuadrada de este volumen es resultado de la adición de 4 triángulos que regularizan y completan en planta a los paraboloides del edificio original. Otorgando así todo el protagonismo hacia el interior a la crudeza de estos paraboloides de hormigón.
Restaurante MMC, Museo Marítimo del Cantábrico por Zooco Estudio. Fotografía por David Zarzoso.
Esta geometría se convierte, de esta manera, en un elemento recuperado, vestigio del pasado y protagonista total del interior del restaurante. Tratado como un elemento artístico, se enmarca con los falsos techos triangulares de madera.
Hacia el exterior, una caja de cristal que busca la máxima transparencia (matizada por textiles en forma de cortinas según la orientación), permite una visión total del extraordinario paisaje de la bahía de Santander, dando la sensación de estar sobre el mar.