
La intervención propuesta por AMASA Estudio consistió en mejorar urbanística y paisajísticamente un lugar residual y abandonado, rodeado de viviendas. Además de instalar sistemas de recogida de aguas pluviales, se realizaron nuevas zonas deportivas y de ocio que facilitaron la creación de espacios de encuentro para los vecinos de todas las edades.
El proyecto se formalizó mediante un amplio abanico de colores y texturas aplicados a cada uno de los nuevos espacios construidos, cuyo programa abarca desde un pabellón cubierto hasta multicanchas y áreas de calistenia, promoviendo un espacio comunitario donde se dan las condiciones para que los vecinos lo sientan como un punto de encuentro del barrio.
Los arquitectos proyectaron una planta ortogonal, añadiendo chaflanes curvos en cada vértice para generar una mayor sensación de fluidez y armonía. Ninguna de las elevaciones de cada elemento supera la altura de la vegetación de los alrededores, lo que genera un entorno más natural y agradable, y facilita la creación de más sombra natural. Los principales materiales utilizados son de uso habitual en la zona, como los perfiles de acero estructural, el hormigón y las láminas corrugadas.

UH INFONAVIT CTM Culhuacán por AMASA Estudio. Fotografía por Andres Cedillo.
Descripción del proyecto por AMASA Estudio
De todas las unidades habitacionales construidas por el Infonavit en la Ciudad de México durante la segunda mitad del siglo XX, la más grande es Culhuacán, ubicada en el suroriente de la ciudad, dentro de la alcaldía Coyoacán y cercana a los límites con Iztapalapa. Esta unidad cuenta con aproximadamente 15 mil viviendas. Su nombre completo —Confederación de Trabajadores de México (CTM) Culhuacán— incorpora, por un lado, la referencia a Culhuacán, uno de los pueblos originarios de la zona, y por otro, una alusión directa al proyecto del Estado benefactor, que en esa época se expresaba a través del impulso a la clase trabajadora. La construcción de CTM Culhuacán comenzó en 1974, con el objetivo de proveer vivienda a más de cien mil personas, pertenecientes en su mayoría a las clases media y trabajadora en expansión.
Actualmente, la unidad presenta un problema común a muchas unidades habitacionales de la Ciudad de México: la falta de mantenimiento, especialmente en las áreas comunes. Esta situación tiene su origen en la ambigüedad jurídica y administrativa en torno a la jurisdicción de los espacios compartidos y a las instancias responsables de su conservación. La organización vecinal, necesaria para el cuidado colectivo, suele ser difícil de articular, lo que obstaculiza la toma de decisiones en favor del bien común.

En este entramado de administraciones y responsabilidades compartidas entre la Procuraduría Social (PROSOC) y la alcaldía correspondiente, la indefinición sobre “quién cuida qué” afecta directamente tanto el funcionamiento como la apariencia de los espacios comunitarios. Esta indefinición ha dado lugar a múltiples fenómenos: desde la apropiación irregular de áreas comunes hasta su abandono y deterioro, manifestaciones visibles de una fractura en el tejido comunitario.
Uno de estos puntos críticos se encontraba en las inmediaciones de la décima y última sección de la CTM Culhuacán: una explanada en franco deterioro. El 22 de junio de 2023, el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit) publicó las bases de una licitación para contratar, bajo el esquema "llave en mano", el diseño, gestión y ejecución de cuatro proyectos de intervención en unidades habitacionales de la Ciudad de México: Iztacalco, Culhuacán, Santa Fe e Ignacio Chávez.
Fue en este contexto que Andrea López y Agustín Pereyra, del despacho AMASA Estudio, desarrollaron una propuesta conceptual para rehabilitar este espacio, resultando ganadores de la licitación.

Hasta antes de la intervención, la explanada albergaba canchas desgastadas, un área de ejercitadores, juegos infantiles deteriorados y zonas remanentes sin uso definido. El sitio se encuentra confinado entre los muros perimetrales de la escuela primaria “Pablo Martínez del Río” y el jardín de niños “Héroes de 1810”. Esta condición generaba espacios residuales y recovecos propicios para la apropiación informal, la acumulación de basura y el desarrollo de conductas antisociales, como el consumo de alcohol u otras sustancias.
Hoy, con el proyecto concluido, el lugar ha sido transformado en un nuevo núcleo social. A la hora de salida, niñas y niños se congregan en torno al elemento central de la intervención: una crujía cromática a dos aguas, que aporta escala, contención y carácter a lo que antes eran canchas grises expuestas al sol. La decisión de ubicar esta estructura en el corazón del espacio responde a una estrategia clara: evitar futuras apropiaciones irregulares, preservando los bordes despejados y garantizando visibilidad continua y vigilancia natural.

En torno a esta crujía —columna vertebral de un espacio ahora democratizado— se organizan los distintos componentes del programa, definidos en el proceso de licitación y afinados mediante sesiones participativas con vecinas y vecinos: dos canchas de baloncesto, un área de calistenia, un foro techado con descansos laterales, juegos infantiles y una pista de 600 metros, integrada de manera creativa a las circulaciones peatonales para optimizar el espacio disponible, el presupuesto y cumplir con los requerimientos técnicos.
Este logro fue posible gracias a la colaboración estrecha con Desarrolladora de Ideas y Espacios (Alberto Cejudo), con quienes se trabajó desde la propuesta conceptual para lograr una solución integral que no comprometiera la calidad del resultado ante los ajustes presupuestales planteados por la licitación. Fue esencial, además, comprender las características comunes entre los cuatro proyectos adjudicados, lo que permitió maximizar la eficiencia de recursos mediante el uso compartido de materiales y soluciones constructivas entre intervenciones de espacio público y otras de mayor complejidad arquitectónica.

La intervención incluyó un proyecto de mejoramiento del paisaje, con áreas de infiltración pluvial y un diseño que prioriza la accesibilidad universal, tomando en cuenta los flujos peatonales existentes: antes, trayectorias de paso; hoy, rutas de encuentro. Elementos como el color, la modulación de guarniciones, el diseño de pavimentos y los cambios de textura articulan los distintos componentes en una composición coherente, legible y armónica.
A casi cinco décadas de la construcción de la unidad habitacional más grande de la Ciudad de México, esta intervención representa una colaboración ejemplar entre vecinas y vecinos de Culhuacán, el Infonavit y el equipo de diseño de AMASA Estudio, quienes, a partir de una serie de elementos arquitectónicos aparentemente sencillos —perfiles de acero estructural, concreto pigmentado, láminas corrugadas—, lograron restituir el valor social del espacio público. Un lugar antes olvidado por las instituciones se transforma hoy en un patio compartido, cuidado con orgullo por su comunidad.