En el otro extremo se encuentra, el iconoclasta recetario. La incapacidad para establecer un mínimo discurso, que nada tiene que ver con saber transmitir ideas en mensajes cortos, (lo que no significa que se tenga que hacer lleno de faltas de ortografía), en este adorno constante de la impericia, de la austeridad de la ideas, de la falta de discurso, de la utilización reiterada de adjetivos… algunos lo utilizan para que no se noten sus limitados conocimientos y su defensa del pensamiento único.
Los mensajes o discursos largos es cierto que pueden ser tediosos, pueden ser una maraña para esconder ideas, incluso a veces pueden ser una forma de enmascarar la falta de compromiso con alguna idea, pero no nos engañemos los discursos recetarios son igualmente peligrosos o quizás mucho más. Un mensaje corto puede ser la muestra de quien no se explica, de quien no argumenta. Un mensaje corto sentencia muchas veces una mera imposición y normalmente niega el diálogo.
Algunos para enmascarar todo esto nos lo venden ahora como "personajes iconoclastas", que mirando una definición clásica son aquellos que destruyen los iconos sagrados (básicamente en relación a los ídolos religiosos) y que por su falta de conocimiento hacía que se les viese como una gracia a contracorriente. Sin embargo, no hace falta mirar hacia atrás, ni sesudos textos, quien quiera puede leer la definición corta en Wikipedia y algunos se sorprenderían de que, una vez superadas las primeras 50 palabras, como iconoclastas contemporáneos se ponga como único ejemplo al gobierno talibán en Afganistan.