En el mundo de la arquitectura y la construcción el acta de replanteo se define como el documento oficial que marca el punto de arranque de una obra; un acuerdo entre el arquitecto, el promotor y el constructor que significa el inicio de una transformación física del entorno urbano.

El espacio La Fragua, en Tabacalera, acoge una exposición individual del arquitecto y artista Jorge Yeregui, comisionada por David Armengol, que podrá visitarse hasta el 13 de noviembre de este año 2016, donde reflexiona sobre los procesos arquitectónicos que han quedado interrumpidos, y que generan un nuevo paisaje desolador, reflejo del sistema contemporáneo. 

De un modo paródico, el título de la exposición cuestiona ciertos procesos de arquitectura fallida a través del paisaje resultante. En este sentido, su trabajo se concentra en territorios baldíos, marginales y sin uso que, lejos de reivindicar las circunstancias socio-económicas que condicionaron su abandono, exhibe la intensidad formal y conceptual del paisaje a medio hacer.

Acta de replanteo propone un ejercicio de activación de estos paisajes basado en la experiencia directa del artista en dichos entornos. Una lectura naturalista del lugar abandonado que incluye múltiples capas de significado: desde la potencia estética del deterioro a la condición geopolítica de su declive. Más próximo a las prácticas de land art que a una visión documental del paisaje, Yeregui utiliza la fotografía y el vídeo siempre desde la carga performativa de la caminata, el recorrido y el reconocimiento físico. De este modo, el tiempo deviene en auténtico protagonista de su obra. Un tiempo genérico – el del abandono – que transita hacia un tiempo específico, el de su vivencia en la ruina.
 

Descripción del proyecto por David Armengol.


Si dejamos de mirar el paisaje como si fuese el objeto de una industria podremos descubrir de repente una gran cantidad de espacios indecisos, desprovistos de función, a los que resulta difícil darles un nombre. Este conjunto no pertenece ni al dominio de la sombra ni al de la luz. Está situado en sus márgenes.
Gilles Clément

Ese panorama cero parecía contener “ruinas al revés”, es decir, toda la construcción que finalmente se construiría. Esto es lo contrario de la “ruina romántica”, porque los edificios no caen en ruinas después de haberse construido, sino que alcanzan el estado de ruina antes de construirse.
Robert Smithson

Mi forma de arte es un breve viaje a pie por el paisaje (...). Lo único que tenemos que tomar de un paisaje son fotografías.
Hamish Fulton

 

Cuando Jorge Yeregui me mostró las primeras imágenes susceptibles de formar parte de su exposición en la Fragua de Tabacalera –construcciones abandonadas, paisajes dominados por el cemento–, no pude más que pensar en una de las propuestas más emblemáticas de la historia del land art: el recorrido por los “monumentos” del río Passaic1, en Nueva Jersey, llevado a cabo por Robert Smithson en septiembre de 1967. Un itinerario por los suburbios industriales de su ciudad natal en el que el artista trató como supuestos monumentos diversas estructuras residuales encontradas a su paso: un puente de madera y acero, una plataforma de bombeo sobre el río, una serie de tuberías, un cajón de madera lleno de arena. Simplemente paseando, sin intervenir en el lugar, Smithson reactivaba un paisaje que había perdido su uso, y por tanto su tiempo. Su vivencia en Passaic desdibujaba las convenciones de pasado, presente y futuro que solemos usar en nuestra percepción de un territorio. La “ruina al revés” abría así un nuevo tipo de relación entre arquitectura y naturaleza.

Más intuitiva que premeditada, esta primera conexión entre el residuo industrial de Smithson y el urbanismo del abandono de Yeregui incorpora dos conceptos fundamentales para abordar la práctica artística del segundo. Por un lado, la intensidad performativa de sus recorridos por el paisaje; por el otro, un análisis conceptual que trata de definir la idiosincrasia de aquellos lugares que, por motivos diversos, han quedado a medio camino entre lo humano y lo natural.

Para Yeregui, hablar de paisaje es hablar también de arquitectura y urbanismo. De formación arquitecto, y actualmente profesor en la Escuela de Arquitectura de Málaga, pronto comprendió que su relación con esta disciplina no se encaminaba a la construcción de edificios, sino que demandaba otro tipo de vínculo. En una entrevista realizada en 2011 por Javier Díaz Guardiola2, el artista lo expone de este modo: “En la carrera, me di cuenta de que me interesaba más la ciudad como espacio de reflexión que como lugar de producción. Entiendo la ciudad como un ámbito cien por cien artificial construido por el hombre. En ella se condensan ciertos reflejos de cómo es la sociedad en cada momento. Porque intervienen factores como el diseño, condicionantes económicos, culturales, estéticos, sociales, medioambientales... Mi trabajo como fotógrafo busca ese tipo de situaciones”.

Sencillo y directo, este comentario sintetiza su posición discursiva. Mientras al inicio de sus palabras, el artista sitúa su ámbito de investigación en la búsqueda de cierta definición de ciudad, en la parte final exhibe su metodología: una exploración minuciosa que analiza –sin priorizarlos, sin potenciarlos– los numerosos aspectos que condicionan la configuración del paisaje. Y ahí aparece de nuevo la entropía de Smithson. Al margen de jerarquías preestablecidas, cualquier elemento del entorno es sensible a ser señalado como monumento (el arte no objetual de Smithson), cualquier detalle arquitectónico es susceptible de fantasear con lo acontecido (el rastreo fotográfico de Yeregui). En ambos casos, el desarrollo reflexivo no pretende emitir un juicio ético o moral, sino abrir capas de lectura que abarquen todas las opciones sin señalar ninguna. En definitiva, no estamos hablando de un arte de denuncia, sino de un arte de constatación.

En este sentido, los intereses de Yeregui le llevan a conectar con diversos teóricos del paisaje urbano. Especialmente con aquellos que han intentado estudiar los espacios intermedios que genera la ciudad contemporánea; lugares definidos más por la ausencia de función que por su uso concreto. Me refiero al Terrain vague3 de Ignasi de Solà-Morales o al concepto de “tercer paisaje”4 de Gilles Clément. En el primer caso, Solà-Morales reivindica la identidad genuina de estos espacios, reclamando su valor como ruina contemporánea sin la necesidad de reconvertirlos en lugares productivos. En el segundo, Clément define un tipo de paisaje que no es natural y tampoco es urbano. Un paisaje híbrido, situado entre la fuerza impasible de la naturaleza y el fracaso del artificio humano.

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Localización
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La Fragua. Tabacalera. Glorieta de Embajadores, 51. Madrid. España.
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Fechas
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Del 16 de septiembre al 11 de noviembre de 2016.
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Comisario
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David Armengol
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Jorge Yeregui was born in Santander (Spain) in 1975.
He is an Architect from Technical University of Seville since 2003. Afterwards he obtaines the Diploma de Estudios Avanzados (DEA) from University of Seville in 2010. He currently works as an Assistant Teacher at the Graphic Expresion Department at the Architecture School of Malaga.

His professional carreer is developed fundamentally as an artist,more specifically in the photographic field. He has exhibited his work in numerous occasions both in solo exhibitions and as part of a collective work, nationally and internationally. He has parallely given many lectures and received plenty of awards.
 
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