SPRB es un estudio de arquitectura y paisajismo con sede en Guadalajara, Jalisco, México. Desde su fundación por Laura Sánchez Penichet y Carlos Rodríguez Bernal, en 2007, han desarrollado una capacidad para adaptarse a cada situación y responder con una solución específica para cada proyecto, en un un proceso guiado por la intuición, la reflexión y los sentidos. Más que intelectualizar la arquitectura, consideran que debe caminarse. Sentirse, dado que según su declaración de intenciones los espacios no necesitan explicaciones; necesitan emociones.
Laura Sánchez Penichet es arquitecta por el ITESO (2001) y máster en Arquitectura Sostenible y Técnicas de Control Ambiental (2004) así como en Digitalización de Proyectos Arquitectónicos (2005) por la UPC Barcelona. Ha colaborado en el estudio DOSBASSO en Barcelona (2004–2005), fue jefa de construcción en Puerta de Hierro (2005–2007), y es profesora de proyectos en la Escuela de Arquitectura del ITESO desde 2006.
Carlos Rodríguez Bernal es arquitecto por la UAG (1994) y máster en Arquitectura del Paisaje por la UPC Barcelona (1999). Fundador y editor de la revista PISO, fue director del Departamento de Arquitectura del Campus del Tecnológico de Monterrey en Guadalajara (2001–2005). Ha sido becario del FONCA (1997–1999), miembro del Comité Asesor de CONACULTA (2004–2005), y es profesor de proyectos en el ITESO desde 2006. Es académico de número en la Academia Nacional de Arquitectura desde 2015.
Ambos fundaron SPRB con la convicción de explorar, desde el proyecto, las relaciones entre arquitectura, paisaje y contexto. Sus trayectorias confluyen en una práctica que apuesta por la sensibilidad, la experiencia espacial y el arraigo al lugar.
Anteponen la idea de lugar y su trabajo cultiva los paisajes naturales y antropizados. Conciben la arquitectura como algo fuertemente arraigado al suelo, a la especificidad del sitio donde habita una comunidad, con sus usos y costumbres, con su clima. La historia les importa para actuar con sentido común. Pero también les atrae la hoja en blanco; intervenir con convicción para asumir riesgos frente a los problemas actuales.
Les interesa la función; es en las anomalías del programa donde se producen los mejores momentos de un edificio. La forma les gusta moldearla, modelarla, excavarla, vaciarla. La forma también les parece importante.
Sienten atracción por la piel, por las superficies, especialmente los pavimentos, por la manera en que van tejiendo los espacios, vinculando volúmenes y definiendo lugares. Procuran una honestidad en la materialidad. Encuentran interés en el detalle como una consecuencia lógica de una secuencia de escalas, no como un fin en sí mismo.
No les interesan las preconcepciones. Aún menos los dogmas. Creen que cada proyecto debe construir su propia narrativa. Tampoco les interesa la autocomplacencia. En su obra no existe tal cosa como un estilo definido; si acaso, una manera propia de hacer las cosas. Su portafolio da cuenta de ello.
Se sienten cómodos en escalas muy diversas. Al margen del tamaño o de la tipología de un proyecto, intentan desarrollar su carácter público y la vitalidad que puede insuflar en su entorno.