Memoria del proyecto por Carles Enrich
Alpicat es un pequeño municipio al noroeste de Lleida cuya principal actividad económica es la agricultura y la industria cerámica. Su creciente población empieza a configurar pequeñas localidades dispersas por el territorio, la mayoría de las cuales sigue el modelo de ciudad-jardín. La casa que construimos forma parte de una de ellas.
Pretendiendo huir de la tipología de casas aisladas y con el claro objetivo de habitar la totalidad de la parcela, se coloniza el lugar mediante una serie de muros de ladrillo manual construidos longitudinalmente del mismo modo que se usan en la comarca muros de piedra seca para la cría de la vid y la separación entre campos de cultivo. Esta disposición fomenta la relación de la casa con la calle y con los patios-jardín y evita las relaciones indeseadas e incómodas con los cercanos vecinos.
El proyecto trata de recuperar algunas de las condiciones arquitectónicas de las viviendas tradicionales de la zona. En este sentido, todos los materiales utilizados en la obra son locales: los ladrillos y las bovedillas proceden de la industria cerámica del municipio, mientras que tanto los elementos estructurales de hormigón como el resto de materiales que forman la casa, provienen de la vecina Lleida.
Los muros son a la vez estructura y cerramientos, generan sombras en los espacios exteriores y suponen las pautas para que la vida doméstica se desarrolle entre ellos. Los espacios interiores se organizan en estos intersticios y se articulan alrededor de unos patios que les ofrecen en todo momento iluminación y ventilación cruzada. De este modo, es posible el desarrollo de todo el programa en planta baja, lo que define el carácter paisajístico de la casa y una mejor adaptación al duro clima interior de Cataluña.
Los sistemas constructivos se muestran en toda su realidad. Los muros se coronan con jácenas de hormigón armado sobre los que se apoya un entrevigado de bovedillas cerámicas. El sistema de colocación y el despiece de los ladrillos nos permite tanto la sustracción de piezas a modo de celosías, que filtran la luz y ofrecen privacidad, como la adición de otras que sobresalen del muro invitando a la futura vegetación a adueñarse de ciertas partes de la casa fomentando la relación con la naturaleza y el paisaje.
Finalmente, aparecen unas celosías de madera de abeto que matizan el carácter privativo que los espacios interiores requerían respecto a la calle y resuelven al mismo tiempo la protección frente al potente asoleo a suroeste que permite prescindir de sistemas artificiales de climatización.
Texto.- Carles Enrich y Albert Brito
CRÉDITOS.-
Arquitectos.- Carles Enrich y Albert Brito.
Localización.- Alpicat.
Arquitecto técnico.- Lídia Aresté.
Estructura.- Masaad arquitectos.
Constructor.- ECON 2008 SL.
Fecha de finalización.- Enero 2011.
Fotografía.- David Brito y Carles Enrich.