Debido a la necesidad de crear unos espacios versátiles para albergar la amplia programación cultural y de ocio que ofrece un teatro-auditorio, el edificio se organiza en torno a la sala principal y sus circulaciones y accesos, en diferentes niveles. En el interior crean huecos, espacios y entradas de luz que unen los cuatro volúmenes exteriores, diferenciando los espacios de acceso y circulación –abiertos, conectados visual y espacialmente- del espacio cerrado propio de la sala principal.
Descripción del proyecto por Magén Arquitectos
Situado al oeste de la provincia de Zaragoza, el pueblo de Illueca es la cabecera comarcal del Aranda, una de las zonas menos pobladas de Aragón. Como medida para generar alternativas de ocio y evitar la despoblación, el ayuntamiento convocó un concurso de ideas para un nuevo espacio escénico, en el solar que ocupó el antiguo cine. El edificio completa la edificación de la manzana, situada en el límite este del centro histórico, con medianera en el lado norte con un edificio de viviendas. En la parcela se encontraban ejecutados los muros de sótano perimetrales, construidos en una obra anterior.
Integrar el volumen requerido por el nuevo auditorio en el tejido del casco histórico de un municipio rural ha sido el objetivo fundamental del proyecto. Atento a la pequeña escala del contexto, la volumetría del auditorio se descompone en cuatro fragmentos, con cubiertas a dos aguas y diferentes alturas y orientaciones, correspondientes a la caja escénica, el patio de butacas, el vestíbulo y la zona de servicios. Esta operación reduce la escala del nuevo equipamiento y crea un juego de volúmenes escalonados, que establecen referencias con las formas de las construcciones domésticas y su variada yuxtaposición en la conformación de la trama residencial histórica, sobre el relieve irregular del lugar. La intervención completa el perfil del casco histórico, sin alterarlo.
La materialización del proyecto mediante muros de ladrillo klinker rojo -rematados por cubiertas de cobre- evoca la antigua tradición alfarera de la zona e integra el edificio con los tonos rojizos de las edificaciones del entorno, del color de la piedra de rodeno, procedente de las canteras del lugar, y presente también en el zócalo escalonado del auditorio. Este basamento pétreo resuelve el encuentro del edificio con la topografía irregular de la parcela, con más de 2,50 m. de desnivel entre los diferentes accesos. La construcción del proyecto explora las posibilidades expresivas del ladrillo, en diversos formatos y detalles: celosías, aparejos, dinteles, piezas acústicas,…
La entrada principal de público está situada en la esquina sureste de la parcela, bajo un porche-celosía en voladizo, que da paso al vestíbulo principal. El edificio cuenta además con otros accesos que permiten tanto el paso restringido de personal y actores, como la entrada directa a las salas de ensayos, situadas en el nivel inferior. El escenario tiene acceso desde el exterior a ambos lados, para carga y descarga.
Concebido como espacio escénico, los aspectos funcionales del auditorio requerían una gran versatilidad, para ofrecer una amplia programación cultural y de ocio, que incluya proyecciones cinematográficas, actividades musicales y todo tipo de usos escénicos. El edificio se organiza en torno a la sala principal y sus circulaciones y accesos, en diferentes niveles. La sala, con capacidad para 224 espectadores, se desarrolla en un graderío continuo, en el que se diferencian: un patio de butacas de suave pendiente, un plano inclinado que conecta el nivel del vestíbulo con el de la planta primera, y palcos laterales en este nivel superior. El escenario tiene amplias dimensiones, y cuenta con accesos desde la planta baja y la planta de sótano, que alberga espacios de servicio relacionados con la sala principal (almacenes, camerinos, instalaciones,…) y salas de ensayos y de formación musical. En los niveles superiores de la caja escénica, se sitúan el despacho de dirección y las plantas técnicas, con pasarelas a distintos niveles, para el acceso a focos, tramoyas y maquinaria escénica.
En los interiores, diversos vacíos, huecos y entradas de luz articulan la relación entre los cuatro volúmenes exteriores, diferenciando los espacios de acceso y circulación –abiertos, conectados visual y espacialmente- del espacio cerrado propio de la sala principal. En los primeros, la luz filtrada mediante celosías cerámicas, ventanas y lucernarios, crea una atmósfera interior característica, pero a la vez cambiante a lo largo del día. En los recorridos interiores, las diversas carpinterías de madera ofrecen visiones enmarcadas de fragmentos del casco histórico. Por la noche, la luz que procede del edificio, especialmente del porche-celosía de acceso y del vestíbulo, anuncia su actividad como equipamiento escénico.