El edificio transformado por el arquitecto Dario Castellino se encontraba en estado de abandono parcial. Los elementos protagonistas, como la piedra local, el espesor de los muros, los portales de piedra y la gran fachada, reflejan la relevancia religiosa y comunitaria que el edificio ha tenido dentro del valle. Con el paso del tiempo, la estructura conventual existente fue adaptándose a diferentes usos y sufrió una serie de transformaciones.
El valor histórico del edificio, sumado al limitado presupuesto del cliente, resultó en una propuesta de enfoque minimalista y poco invasiva. La envolvente fue conservada en su totalidad, junto con todos los muros, la cubierta de losas de piedra y las aberturas originales. Puertas adentro, un volumen independiente de madera laminada y vidrio se suspende en el espacio y refleja cómo las intervenciones a pequeña escala pueden conciliar la preservación de la memoria histórica con las necesidades de la vida contemporánea.

Rehabilitación de un edificio religioso en la Aldea de Maddalena por Dario Castellino. Fotografía por Dario Castellino.
Descripción del proyecto por Dario Castellino
En el sugestivo paisaje del Valle de Maira, en la aldea de Maddalena, municipio de Prazzo (Cuneo), encrucijada de historia, cultura occitana y antiguas prácticas agrícolas, el arquitecto Dario Castellino firma un delicado e innovador proyecto de reconversión.
El edificio objeto de la intervención es una construcción de origen medieval que data del siglo XV-XVI, probablemente construida como estructura conventual para los frailes capuchinos. Aunque la documentación histórica es escasa, la tipología arquitectónica, caracterizada por una gran fachada de vela mayor, muros de piedra local, ventanas monolancetas con asientos interiores creados en el espesor de los muros e importantes portales de piedra, confirma su importancia religiosa y comunitaria dentro del valle. A lo largo de los siglos, el edificio se transformó en una edificación rural, sufriendo adaptaciones como la creación de refugios para animales y graneros.
El edificio se encontraba en estado de abandono parcial: los pisos internos se habían derrumbado, dejando un gran espacio vacío a toda altura, donde quedaban rastros de las subdivisiones originales, así como una imponente chimenea de altura completa en la pared del fondo. La estructura de piedra seca mostraba signos del tiempo, pero conservaba intacta la fuerza expresiva de la tradición constructiva local.
El proyecto de restauración nace de la petición de una joven pareja de transformar este volumen, demasiado grande para ellos, en una segunda vivienda de menores dimensiones. Dado el valor histórico del edificio y el presupuesto limitado del cliente, el proyecto optó por un enfoque minimalista y no invasivo: se decidió conservar la envolvente en su totalidad, incluyendo todos los muros, la cubierta de losas de piedra y las aberturas originales, manteniendo viva la memoria histórica.
En el interior, Castellino introdujo un volumen independiente de madera laminada y vidrio, una especie de cápsula viva suspendida en el espacio a pocos centímetros del suelo, ligeramente en voladizo, y accesible a través de una ligera escalera metálica idealmente retráctil. La nueva estructura, aunque completamente independiente de la envolvente preexistente, dialoga con ella a través de un sutil equilibrio entre contraste material y continuidad espacial.
Se ha prestado gran atención al uso de materiales naturales locales: el aislamiento de la cápsula está realizado con un compuesto de cal de Piasco y cáñamo de Carmagnola, en nombre de la sostenibilidad ambiental y la tradición constructiva.
La intervención se configura como una buena práctica para la regeneración del patrimonio arquitectónico histórico, especialmente en zonas marginales y montañosas, demostrando cómo las intervenciones a pequeña escala pueden conciliar la preservación de la memoria con las necesidades de la vida contemporánea. La «Caja en el Convento» cuenta de hecho un nuevo modo de transformar, reutilizar y reparar el tejido edilicio preexistente, optimizando los recursos y estimulando la evolución de las comunidades locales y reafirmando la importancia de la conservación activa y del proyecto como herramienta de desarrollo sostenible.
Como ejemplo de arquitectura minimalista capaz de generar valor añadido, sin alterar la identidad de los lugares, en una dialéctica continua entre pasado y presente, el proyecto fue ganador de la sección «Arquitectura Interior Mínimo» del Premio de Arquitectura «Vivir Mínimo en las Montañas». El premio se otorgó en el marco del «Festival all’insù. Arquitectura en la montaña» (4-12 de abril de 2025), promovido por la Comunidad Montana de Valle Camonica y en el marco del Festival Architettura, una iniciativa de la Dirección General de Creatividad Contemporánea del Ministerio de Cultura.