Sin embargo, el epicentro del proyecto de Arquid reside, verdaderamente, en el uso del color. En la construcción, cada color simboliza cada una de las fases de la producción. Éstos, al integrarse de forma ordenada tanto en el exterior como en el interior del edificio, permiten a usuarios y visitantes conocer el recorrido del producto, todo ello sin necesidad de salir del complejo gracias a la pasarela. Todo esto sin perder de vista los amplios campos de cacao de los que extraen la materia prima de sus chocolates.
Descripción del proyecto por Arquid
Idilia Foods, fábrica de chocolate ubicada en Parets del Vallès, Barcelona, nace de la necesidad de ampliar la producción de la fábrica respetando las construcciones existentes. El proyecto se unifica con el complejo existente mediante el uso del mismo prefabricado de hormigón en fachada, una nueva pasarela de conexión y añadiendo un juego de colores basado en la imagen de la marca, que van desde el amarillo hasta el rojo, como si de una puesta de Sol se tratara.
Más allá del propio edificio, este proyecto habla de la importancia de la intervención arquitectónica en los entornos industriales, las cuales se encuentran cada vez más cerca de las ciudades y del consumidor.
La industria actualmente es más limpia, desea abrirse a los visitantes y ocupa zonas en ocasiones tan amplias como algunas ciudades pequeñas, lo que demuestra la necesidad de que la arquitectura y el urbanismo tomen parte de su diseño.
Los sistemas, elementos constructivos y materiales empleados en Idilia constituyen una prueba de esta nueva industria limpia y pensada para los usuarios y visitantes. La nueva pasarela construida para conectar el antiguo edificio con el nuevo enfatiza la importancia de los recorridos en el proyecto, tanto para trabajadores como para visitantes, la cual permite conocer todas las fases del producto a través del propio edificio sin salir al exterior, manteniendo la pureza del proceso industrial.
Cada color del proyecto se equipara a cada una de las fases de la producción, de manera que se convierte en la guía del mismo, tanto en el exterior como en el interior. En el exterior, los colores se colocan sobre los surcos que generan los paneles prefabricados de hormigón, enmarcando la relación entre la fachada y el campo de cacao del que se extrae la materia prima que llega a la fábrica.
En el interior, la luminosidad es protagonista gracias al contraste de los techos abiertos en negro y los materiales en blanco que reflejan la luz natural que entra por las grandes planchas de policarbonato.
Las instalaciones, cerrajerías y otros elementos se emplean para seguir jugando con los colores escogidos, sirviendo a su vez como potente herramienta de publicidad de la imagen de la marca.