La planta baja conecta con la buhardilla a través de una escalera negra, color que dialoga con el blanco de las paredes y el techo de madera. El interior cuenta con una decoración sencilla y despojada de elementos discordantes. En tanto que se logra una gran luminosidad natural y un hogar abierto, mantiene la privacidad gracias al filtro de las lamas de bambú natural.
Descripción del proyecto por SANZ Arquitectos
Las casas tradicionales, con simplicidad constructiva al alcance de artesanos locales, tienen gruesos muros de piedra y huecos pequeños. La sencilla geometría prismática favorece la conservación del calor de chimeneas y braseros en invierno, y el frescor de la penumbra en verano. Las consecuencias son la excesiva introversión y una cierta escasez de luz en esos interiores.
La operación se centró por tanto, aprovechando la tecnología actual, en abrir la casa al exterior, generando relaciones visuales con los patios y jardines y favoreciendo las luces y ventilaciones cruzadas. Se utilizan los mismos huecos existentes en la casa original, rasgándolos hasta el suelo para favorecer tanto la entrada de luz como la comunicación visual entre las estancias interiores y el exterior, a través de la continuidad, tan importante, del plano del suelo.
El proyecto nace, por tanto, de la preexistencia. Con ella, de una memoria colectiva manifestada por un material y una manera de construir. Situada en la madrileña localidad de Colmenarejo, al pie de la Sierra de Guadarrama, el encargo de esta vivienda para una pareja amiga consistía en conservar el corazón de una casa cuyo uso debía adaptarse a una realidad muy distinta. Convertida en un espacio más diáfano, con una buhardilla recuperada al antiguo desván y un nuevo pabellón que se usaría como despacho y zona de invitados, la casa debía ser el resultado de un borrado selectivo, un proceso en el que la resta era más importante que la suma.
Asumida la estrategia, la materialización de la misma debía producirse mediante una diferenciación rigurosa entre lo nuevo y lo antiguo. La piedra, un granito característico de la sierra de Madrid sería contrastada por un hormigón blanco, fabricado in situ, como signo elocuente de todo aquello que en la casa pertenece a nuestra época. Como contraste a esa solidez, los elementos de filtro e intimidad, frágiles, serían construidos mediante lamas de bambú natural.
Completada la obra, la casa, entendida antes de la intervención como aislada, es ahora un lugar reconciliado con su propio espacio exterior; una casa que mira a su jardín pero también a un paisaje más cercano: una casa patio.