Los arquitectos consiguen con el proyecto generar un nuevo espacio de confort que protege a los usuarios de la intemperie y permite nuevas actividades. El proyecto se une mediante un pasillo de luz coronado por una chapa plegada galvanizada con la vieja caja de hormigón, lo que desdibuja el umbral en dos cuerpos y construye un estado intermedio que permite estar entre lo blando y lo duro del lugar.
LV26 por Ágora Arquitectura. Fotografía por Adrià Goulà.
Descripción del proyecto por Ágora Arquitectura
El encargo requiere ampliar un gimnasio municipal.
Nos encontramos en el límite Oeste de Lliçà de Vall; entre el valle agrícola de Tenes y la planicie industrial del Vallès Oriental.
En la parcela, destacan estas dos realidades distintas. Por un lado, un antiguo pabellón deportivo prefabricado de hormigón, una pista de cemento caída en desuso y un conjunto de barandas construidas mediante chapas galvanizadas que confieren al lugar un marcado carácter fabril. Por otro, una pequeña agrupación de pinos en el lado NE del terreno, un suelo blando de sablón y un fondo boscoso, que recuerda la menos presente naturaleza salvaje del lugar.
El proyecto persigue enblandecer el artificio encontrado. Sin deshacer la presente dicotomía. Tomando ventaja del descubrimiento.
LV26 por Ágora Arquitectura. Fotografía por Adrià Goulà.
Surge así la idea de explorar la madera; como un material descarbonizado del emplazamiento, el módulo; como un sistema constructivamente eficaz de la parcela y la luz; como un recurso natural, capaz de crear un ambiente sostenible y saludable.
En la pista, se posa una caja de madera prefabricada, separada 2m del gimnasio existente. El gesto, genera un nuevo estado de confort, protege al usuario de la intemperie y permite nuevas actividades, juegos y experiencias en el viejo lugar. La acción, evita un derribo innecesario, ahorra una nueva construcción y reutiliza una infraestructura existente, poniendo en crisis, viejos modelos de nuestro pasado industrial obsoleto.
Sobre la pista, una madera reciclada -linóleo compuesto de harina de corcho-, amortigua, acondiciona e insonoriza el viejo suelo para la nueva actividad prevista.
LV26 por Ágora Arquitectura. Fotografía por Adrià Goulà.
Perimetralmente a la pista, un bosque de pilares y jácenas de madera natural prefabricados, permite liberar el suelo de estructura estableciendo relaciones con la verticalidad de la arboleda adyacente y los sistemas modulares pre-existentes en el solar.
Entre los nuevos pilares, un panel TKH estandarizado, ciega la envolvente, aligerando los planos verticales y horizontales de la construcción. Cuando existe este cerramiento, este se reviste de madera tratada al fuego, mediante la técnica oriental Yakisugi, para construir una corteza inerte, que tanto desaparece del plano visual, como reduce a cero el coste de mantenimiento de la envolvente. Cuando el TKH no existe, un cristal bajo emisivo, permite una nueva relación matérica con el entorno; Durante el día, un bosque de pinos, invade la nueva construcción con sus reflejos. Durante la noche, una nueva actividad, ilumina la ciudad convirtiendo la arquitectura en transparencia.
La nueva caja de madera, se une a la vieja caja de hormigón mediante un pasillo de luz coronado por una chapa plegada galvanizada. La chapa, resignifica la idea de límite en la parcela. La luz, divide y permite la convivencia entre las dos construcciones. Desdibuja el umbral de los dos cuerpos. Construye un estado intermedio. Posibilita estar entre lo blando y lo duro del lugar. Sucede en todo el proyecto.