
El equipo de SPRB Arquitectos, BAX studio y Mendoza Partida tomó como premisa que la propuesta sirviera como detonante regenerador del disgregado barrio circundante. El primer paso para facilitar esa integración fue generar una planta baja flexible y porosa, donde la fachada se presentara como un conjunto de grandes ventanas urbanas abiertas al barrio. Un bosque de muros flotantes organiza el vestíbulo como un porche urbano, abierto y lúdico, con un orden casi matemático. Las aperturas en la fachada permiten la entrada de luz natural y refuerzan la conexión entre el museo y la comunidad de Iztapalapa.
Vertical y estructuralmente, el edificio se organiza mediante un sistema de crujías, con muros-mamparas apoyados en una retícula dispuesta en diagonal, y una cubierta en dientes de sierra que unifica el conjunto y facilita la entrada de luz cenital. Esta estructura modular, que genera un bosque de muros y columnas, permite que el espacio de recepción se prolongue hacia el interior de manera fluida y sencilla. Así, el vestíbulo y la luz se extienden de forma intuitiva y natural hasta el corazón del museo, caracterizando el edificio y guiando al visitante.

Museo Yancuic por BAX studio, Mendoza Partida y SPRB Arquitectos. Fotografía por Jaime Navarro.
Descripción del proyecto por SPRB Arquitectos, BAX studio y Mendoza Partida
El museo se concibe con la vocación de ser una clara referencia urbana, entendida no sólo como una imagen reconocible y respetuosa; sino desde su potencial como activador del entorno urbano. Concebido bajo el lema «Hagamos Ciudad», es una apuesta por introducir un museo que se abra a la ciudad y que ofrezca una calidad de espacio público que active la zona, que borre fronteras entre espacios interiores, exteriores y que fomente conexiones no sólo visuales, sino físicas entre el museo y la comunidad de Iztapalapa.
El museo propone no sólo un espacio público en toda su planta baja, sino que busca manifestar su actividad hacia la ciudad, de tal manera que la fachada se plantea como una serie de grandes ventanas urbanas abiertas. La plaza se extiende hacia el interior del museo, de manera que el acceso es a través de un límite difuso, un bosque de muros-columnas que introducen el vestíbulo público al interior del recinto.

Las zonas interpretativas están pensadas con la mayor flexibilidad y porosidad posible. Las zonas de exhibiciones están interconectadas también en altura por medio de espacios a dobles alturas, que permiten generar visiones cruzadas y una mejor orientación. El museo ofrece una gran variedad de espacios exteriores. La concepción de cada uno de estos espacios se basa en la amplia herencia arquitectónica que México tiene.
El módulo estructural permite una gran flexibilidad abriendo muchas posibilidades de alojar espacios fluidos al comunicar las crujías. Los muros flotan en el espacio abierto del vestíbulo como acentos que complementan y direccionan espacios entre sí con armonía, en un cierto orden casi matemático de diferentes planos, formando una suerte de laberinto lúdico.

El edificio se organiza en bandas espaciales definidas por las crujías; los muros-mampara apoyados en una suerte de retícula y unidos por una cubierta en V dan toda la solución espacial y estructural. Estas bandas se desplazan en planta y sección para crear aperturas en las fachadas, entradas de luz natural tipo lucernarios y divisiones internas que permiten vistas entre los diferentes espacios y el entorno.
La estructura es también la piel del edificio, se hace de concreto armado aparente. La serie de muros que forman el bosque abstracto interior está diseñada con un cuidadoso trabajo de textura, que busca dar más calidez y proximidad dando escala al edificio y al visitante.