Ante este cambio de contexto tan radical planteado por Xevi Bayona, surge una pregunta inevitable: ¿qué tipo de domesticidad puede tener el Pabellón?
«La arquitectura puede hacer que el espacio se vuelva doméstico para ser habitado. Es precisamente el propio habitante quien, para hacerlo doméstico, se vale de sus pertenencias; propiedades personales en forma de muebles y objetos en los que deposita el alma para guardar un pedazo de su mundo».
Xevi Bayona.
Estableciendo una reflexión crítica sobre la condición de lugar del pabellón, más de veinte objetos, como una cama, un perchero o un conjunto de mesa y sillas, se instalan en el techo del Pabellón, estableciendo una descontextualización espacial que facilita la desapropiación visual que comúnmente se tiene del Pabellón. El gesto de Bayona, al introducir los objetos que amueblan una casa convencional de Olot en el Pabellón, constituye un acto poético y provocador que invita a reflexionar sobre la domesticidad, el espacio y la memoria.
Una descontextualización tan radical provoca una pregunta inevitable: ¿qué tipo de domesticidad puede tener el Pabellón?

La Padrina y las pertenencias de la domesticidad por Xevi Bayona. Fotografía por Adrià Goula.
Bayona establece una intensa contraposición entre los objetos cotidianos y la abstracción matérica y geométrica que define el Pabellón. La intervención construye una composición que trastoca la percepción visual que la gravedad establece, alterando simbólicamente el mundo de arriba y el de abajo, el cielo y la tierra, el suelo blanco y el techo de travertino, el agua como porche y las nubes como alfombra, el lleno y el vacío. En definitiva, una alteración temporal que modifica la capacidad de habitar del Pabellón.
La propuesta se presenta como un ejercicio de comparación y contraste que recurre al símil de la metáfora para abordar temas universales como la vida, la muerte, la memoria y la identidad. Un compendio construido a partir de la figura de «La Padrina y las pertenencias de la domesticidad».