El proyecto desarrollado por Batlleiroig se ordena mediante un vestíbulo principal que da acaso a las cuatro salas de velatorio con las que cuenta. Gracias diferentes patios y aperturas en forma de celosías el edificio cuenta con diferentes intensidades de iluminación natural que dotan al conjunto de diferentes ambientes según las necesidades del programa.
La envolvente se resuelve mediante un ladrillo ecomanual, que busca afinidades con los materiales existentes a la vez que se desarrolla de diferentes maneras jugando con su disposición, en función de las necesidades del edificio. De esta manera, la fachada se cierra en las zonas que requieren más privacidad y las que requieren un ambiente más íntimo, mientras que se abre en los espacios más públicos para dejar entrar abundante luz natural a través de celosías de gran tamaño.
Tanatorio Àltima Sant Andreu - Nou Barris por Batlleiroig. Fotografía por Del Rio Bani.
Descripción del proyecto por Batlleiroig
El nuevo Tanatorio Áltima Sant Andreu – Nou Barris se plantea como un nuevo equipamiento para ambos distritos, junto al cementerio de Sant Andreu. La propuesta busca integrarse en el contexto histórico del lugar, potenciando y articulando un sistema de espacios verdes en la zona.
Fomentar la movilidad sostenible
La propuesta pretende poner en valor los recorridos peatonales existentes y futuros en su entorno urbano, facilitando las conexiones de movilidad lenta mediante la consolidación de una red de espacios verdes.
De este modo, el edificio no solo da respuesta a su contexto actual sino que sienta las bases para una futura adaptación y conexión de los espacios libres, fomentando la movilidad sostenible para el barrio.
Respetar y potenciar el entorno
El objetivo principal del proyecto es respetar y potenciar el entorno en el que se ubica, integrándose en su contexto a través de una materialidad conjunta con el muro perimetral del cementerio, que convierte el ladrillo en un elemento unitario del nuevo conjunto formado por el tanatorio y el cementerio.
La propuesta busca dignificar la Masia de Can Valent, un edificio histórico actualmente en deterioro situado en la zona de obras. El proyecto pretende crear un nuevo conjunto que dialogue entre los diferentes elementos existentes y nuevos, creando unidad y un lenguaje común.
Integración urbana y materialidad
La presencia urbana del nuevo equipamiento está dominada por una obra vista que envuelve todas las caras exteriores del edificio y su cubierta verde. Esta nueva pieza se adosa al muro perimetral del cementerio y se concibe como un volumen de formas simples que respeta la regularidad de su entorno.
La envolvente se resuelve mediante un ladrillo ecomanual, que busca afinidades con los materiales existentes a la vez que se desarrolla de diferentes maneras jugando con la disposición de su aparejo, en función de las necesidades del edificio. La fachada se cierra en las zonas que requieren más privacidad y las que requieren un ambiente más íntimo, mientras que se abre en los espacios más públicos para dejar entrar abundante luz natural a través de celosías de gran tamaño.
De esta manera, el tanatorio se abre al espacio público gracias a un sistema de celosías creado a partir de su envolvente, mientras que las zonas técnicas se concentran en la parte trasera, junto al muro del cementerio, de forma que nunca interfieren con el uso público. La disposición de patios interiores ofrece luz natural y mejora la calidad de los espacios interiores con la presencia de biofilia.
Distribución interior y control lumínico
Una rampa paralela a la fachada principal del edificio, cubierta de numerosas parras, da acceso al edificio, que se desarrolla únicamente en planta baja. Su interior se distribuye mediante un vestíbulo longitudinal que da acceso a todos los espacios públicos.
El edificio consta de cuatro salas de velatorio a las que se accede desde el vestíbulo principal. Estas salas están compuestas por un aseo, una sala de espera y una sala donde se ubica el catafalco. Entre la sala de espera y la sala del catafalco, hay un patio que aporta luz natural a ambos espacios. Para las zonas nobles se han combinado materiales como el hormigón visto, el bronce o la madera de roble, dando como resultado espacios sobrios a la vez que acogedores.
Los patios interiores se caracterizan por la vegetación. Entre otras especies, se ha colocado una franja central de bambú para dotar de la privacidad necesaria a la estancia donde se ubica el catafalco. Este espacio se ilumina de forma tenue, creando la atmósfera de solemnidad adecuada.
El espacio principal del edificio es la capilla. Se trata de una sala hexagonal con suelo inclinado de hormigón visto revestido en sus paramentos verticales con madera de roble ranurada con dos patrones diferentes. Estas características, junto con las luminarias suspendidas y el altar de mármol, dotan a la estancia del ambiente ceremonial que requiere. Finalmente, el espacio se abre a través de un gran ventanal a un patio triangular presidido por un Ginkgo Biloba, árbol que simboliza la vida y la renovación.
Biodiversidad y sostenibilidad
El edificio incorpora algunos de los principios de sostenibilidad presentes en todos los proyectos del Batlleiroig. Además de la ya mencionada movilidad sostenible, aboga por una construcción donde la biodiversidad y la producción de energía renovable sean las protagonistas.
La vegetación coloniza todos los espacios exteriores de la intervención, convirtiéndola en un elemento clave del proyecto, fomentando la biofilia, y generando bienestar y confort a los usuarios.
En cuanto a la energía del edificio, se busca su autosuficiencia a través de diferentes sistemas pasivos, como la utilización de lamas y vegetación para filtrar la radiación solar, ventilación cruzada gracias a los diferentes patios y una cubierta verde. En la cubierta del edificio se han instalado sistemas activos como paneles fotovoltaicos, consiguiendo que casi toda la energía consumida proceda de una fuente de energía renovable.