Concebido por Sebastián Bayo Monjas como un lienzo abierto, este elemento se convierte en un símbolo de expresión colectiva que invita a reinterpretar las fronteras como construcciones imaginarias. De este modo, la intervención no solo modifica el entorno urbano, sino que también plantea un profundo discurso social y cultural coherente con los principios de la Bienal Mugak/.
El muro simboliza una utopía inaccesible para quienes se encuentran a uno u otro lado, proyectando las aspiraciones hacia lo desconocido. En un contexto global dominado por las fronteras y las desigualdades, la instalación propone una reflexión sobre el tipo de utopía en la que vivimos. Al mismo tiempo, reconstruir un muro previamente derribado alude a la tendencia humana a repetir los errores del pasado, reinstalando un obstáculo visual y físico que busca incomodar, provocar y despertar la conciencia crítica.
Convertido en un soporte de diálogo y debate, el muro actúa como espacio común para artistas, pensadores y ciudadanía, consolidándose como una obra con vocación crítica que pone en evidencia los límites y las injusticias contemporáneas. Una vez concluida la intervención, los paneles serán preservados como memoria activa, al modo de los fragmentos del muro de Berlín repartidos por el mundo, recordando que las barreras, aunque derribadas, siguen interpelando a la sociedad actual.

«Utopía: Sin entrada» por Sebastián Bayo Monjas. Fotografía por Mikel Blasco. Imagen cortesía de Mugak/2025.
Descripción del proyecto por Sebastián Bayo Monjas
La capital alavesa contará por primera vez con una instalación en el espacio público dentro de la Bienal Mugak/. La propuesta seleccionada ha sido «Utopía: prohibido el paso», del arquitecto y artista Sebastián Bayo, que se ubicará en la céntrica plaza de la Virgen Blanca. De hecho, la dividirá en dos: la propuesta consiste en un muro que provocará la reflexión sobre las barreras que dividen el mundo.
Así, una estructura de madera recreará una muralla de cuatro metros de altura para reflexionar sobre las divisiones reales y simbólicas que fragmentan las sociedades y territorios. Aborda el concepto de utopía desde su paradoja: construye un muro para cuestionar la existencia de los mismos. Así, el proyecto transforma la emblemática plaza, dificultando su tránsito y limitando su vista; proponiendo una experiencia que fomenta la participación ciudadana, que podrá intervenir el muro como desee.
«El muro, concebido como un lienzo, invita al público a intervenir, convirtiéndose en un símbolo de expresión colectiva. Este gesto reflexivo invita a reinterpretar las fronteras como construcciones ficticias, apelando al público a reflexionar sobre los límites y su impacto en las dinámicas sociales y territoriales. Es una intervención arquitectónica que no solo transforma el espacio público, sino que también genera un potente discurso social y cultural en línea con los objetivos de la Bienal Mugak/».
El muro actúa como símbolo de una utopía inaccesible para quienes quedan fuera (o dentro) y proyectan sus aspiraciones hacia el otro lado. En un mundo marcado por fronteras y desigualdades, esta propuesta invita a reflexionar sobre la utopía que realmente habitamos.
Reconstituir un muro previamente derribado remite a la capacidad constante de repetir errores del pasado. Lo que alguna vez se eliminó en busca de modernidad, hoy se reconstruye como obstáculo visual y físico que incomoda, provoca y llama a la acción crítica.
El muro se convierte así en soporte discursivo, en espacio de expresión y debate abierto, al que se convoca a artistas, pensadores y ciudadanía. Una instalación con vocación crítica que evidencia los límites e injusticias de nuestro presente.
Finalizada la intervención, los paneles son conservados como memoria activa, al igual que los fragmentos del muro de Berlín, distribuidos por el mundo como testimonio de una historia que aún interpela.