El colectivo El Spot ha creado un proyecto para desarrollar la transformación de un espacio bajo la estructura del viaducto #2 del Parque Albarregas, en la ciudad de Mérida en Venezuela, para que el lugar, del que ya se habían apropiado  la comunidad de skaters y artistas urbanos, fuese también un espacio reconvertido para diferentes actividades culturales.

El parque Albarregas es un territorio urbano de la ciudad de Mérida que se desarrolla asociado al curso principal del río Albarregas en forma de depresión aluvial. Dispone de 400 ha de superficie arbolada. Configuran un hito que da identidad al paisaje de la ciudad y aloja una rica y variada biodiversidad representativa del bosque húmedo tropical y de ecosistemas de montaña altoandinas.
La presentación de este proyecto de colectivo El Spot y el texto realizado por Marcos Coronel se presentan en METALOCUS coincidiendo oportunamente con la fecha de nacimieto del conocido filósofo francés Henri Lefebvre, hoy, 16 de junio.

El interesante proyecto y textos reflejan un proceso, que ha durado 5 años, en el que Marcos Coronel ha estudiado un espacio que se encuentra a las afueras de la ciudad en la huella de la infraestructura que sobrevuela el río y la zona arbolada estableciendo una conexión con ella, que se había perdido.

La actuación del proyecto trata de crear superficies y desarrollar nuevos anexos a partir de la superestructura del viaducto, pero relacionándolo con la zona arbolada del parque. Destaca por su desarrollo de autogestión, y de desarrollo del colectivo local.

La transgresión del espacio. Cinco años de un parque cultural endógeno
Por Marcos Coronel

Tras cinco años de nuestra primera aproximación a la recóndita subestructura del viaducto #2 en el Parque Albarregas, ciudad de Mérida – Venezuela, y más de diez años desde su reapropiación impulsada por una proliferante comunidad de skaters y artistas urbanos, al pasar del tiempo, el núcleo cultural resiste como un espacio endógeno a la velocidad de su propia efervescencia.

El Parque Albarregas constituye una de las principales reservas ambientales dentro de la urbe, formando un impresionante entorno natural, confinado por el crecimiento de la ciudad. Una extensa grieta que atraviesa transversalmente el valle dentro de la formación cordillerana.

Esta gran infraestructura de sutura construida entre 1978 y 1980, permitió sobrevolar el eje del rio y el parque, para conectar polos separados, pero al mismo tiempo segregó un debajo riesgoso y cada vez más estigmatizado.

Sin embargo, en las bases del viaducto se produjo un subterfugio de la ciudad. Una suerte de atmosfera periurbana, que paradójicamente dio pie al restablecimiento de la relación perdida con el parque durante largos periodos, a partir de la irrupción de un nuevo tejido social.

En un contexto prácticamente sincrónico, en 1974 el filósofo francés Henri Lefebvre, autor de La revolución urbana y El derecho a la ciudad, elabora dentro de su tesis: La producción del espacio (1), una categoría que define como «El espacio contradictorio», analizando entre otras cosas, el sentido de las estructuras que surgen por contraposición provocadora a la forma desigual y excluyente que rige los principios del modelo positivista de la «ciudad moderna».

Lefebvre no vacila en exponer sólidas razones de cómo estos avasallantes avances urbanos no demoraron en implementar una lógica coercitiva de las relaciones sociales basadas en la colaboración, la solidaridad, o la creatividad, dado el arquetipo represivo del progreso indetenible.
 

«El urbanismo -normal- opera como ideología manipuladora, disimulando bajo una disposición racional la alienante realidad de un espacio homogéneo, fragmentado y jerarquizado. Para ese urbanismo normalizado y normativo, la significación de la vida del hombre y de la ciudad, al igual que toda la existencia, se reduce a mera función, al rigor inhabitable. Y, sin embargo, ¿dónde queda el deseo, lo transfuncional, lo lúdico y lo simbólico?»

Ciudad, espacio y cotidianidad en el pensamiento de Henri Lefebvre. Emilio Martínez Gutiérrez. Introducción a la Producción del espacio, 2013.


Precisamente desde este enfoque es donde toma relevancia la existencia de agentes «extraños» a la sociedad convencional. Actores diferentes que interactúan con la ciudad bajo una perspectiva de constante transgresión del espacio, en su mayoría fuertemente restrictivos, regulados, o directamente prohibidos.

Un movimiento de creadores alternativos ocupó el fondo del elevado vehicular, obligados a moverse fuera del circuito cultural hegemónico habilitado por la ciudad. Skaters a la cabeza, acompañados por artistas, activistas urbanos y comunidad, habitaron de manera sediciosa el único lugar sin aparente interés. Un ecosistema subterráneo despreciado por la ciudad en marcha. Un refugio para apertrecharse con autonomía.

El proyecto explora con audacia, la posibilidad de aprovechar este subproducto del desarrollo urbano y provocar un efecto contrario al del espacio remanente, re-semantizando la función esencial de una de las estructuras más sobresalientes de la ciudad, para utilizarla de corteza y protección. Un puente habitado de manera singular, en discrepancia con la construcción del espacio normado de la ciudad.

Desde este momento, la reconquista del lugar dio pie a una transformación que desdobló diferentes expresiones dentro de este paisaje marginado. Un espacio furtivo, recuperado por la fuerza social a través de trabajo cohesionado y autoconstrucción.

En este proceso, las acciones del proyecto permitieron recalificar el espacio vulnerable, plasmando un conjunto de funciones culturales, donde existe diversidad de actores en todo tipo de disciplinas: diseño, música, cine, artes visuales, agricultura, y otras prácticas afines, orbitando alrededor de la plaza skateboarding, principal catalizador y articulador de las unidades del parque, permanentemente en gestación.

La intervención prácticamente se centra en dotar de superficies y germinar nuevas adiciones como parte de la misma tectónica de la estructura del viaducto. Pero la atmosfera que abarca toda la dimensión del lugar conforma un escenario a la escala del esqueleto de hormigón y el follaje del parque. Una operación que tiene soporte en la épica de ese paisaje inusual, donde la idea de la producción del espacio más proclive de experimentación se refleja en la ciudad antepuesta.

El proyecto es considerado un ejemplo de buena praxis dentro del paradigma de la autogestión, accediendo a apoyos económicos y soporte institucional por parte de entidades públicas, con resultados prácticos y protocolos administrativos eficaces, dentro de un plan de acción elaborado por el colectivo local, donde las decisiones son tomadas por medio de asambleas deliberativas, pasando por la validación de un proceso de diseño plural.

«El Spot» (Sujeto que se le atribuye a la identidad del parque cultural, señalando un lugar preciso, con un significado y un valor de uso fuera de lo común), se convirtió de facto en uno de los epicentros del movimiento skateboarding callejero más sobresaliente del país, y progresivamente también en un centro de todo tipo de manifestaciones urbanas.

Nos gusta pensar que el espacio que conforma el parque extrapola los límites bajo la sombra del puente, delimitando un territorio extenso y complejo, sobre la base de un proyecto orgánico y de largo aliento, gestionado en diferentes etapas, una y otra vez, durante años de persistencia. Una estructura que subsiste por el derecho a la ciudad, pero no a cualquier forma de ciudad, sino a una ciudad a la medida de la producción de espacios de transformación.


[1] Lefebvre, Henri. «La producción del espacio». 1974. Edición de Capitán Swing, 2013. Prólogo de Ion Martínez Lorea. Introducción de Emilio Martínez Gutiérrez.

Más información

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Arquitectos
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Colectivo El Spot
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Project team Equipo de proyecto
Text
Marcos Coronel, Alfredo Pineda, Amarú Romero, Thomas Dyer, Héctor Jerez, Francisco Medina, Luis Moreno, Osmer Carpio, Juan Pérez, Karelyn Marín, José Bastidas, Ana K. Marín and a importante grupo de activistas locales.
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Colaboradores
Text
Luis Moreno. Baluarte técnico.- Héctor Jerez. Sociólogo urbano.- Alfredo Pineda.
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Localización
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Parque Albarregas, Mérida, Venezuela.
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Fotografía
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José Alberto Bastidas, Marcos Coronel, Ana Karyna Marín.
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Marcos Coronel es un arquitecto por la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela y es un estratega de políticas urbanas centrado dn el desarrollo de proyectos de transformación física y social dentro de barrios degradados y comunidades populares de América Latina. Codirige el laboratorio urbano PICO Colectivo.

Su trabajo ha sido reconocido por la organización Curry Stone Design Prize entre las 100 prácticas más relevantes de diseño social en el mundo en el 2017. En 2018 obtuvo el Premio Young Architects In Latin America en la 16a Bienal de Venecia, y fue nominado al premio Oscar Niemeyer a la Arquitectura Latinoamericana. Recientemente ha sido nominado para el Premio Royal Academy Dorfman, Londres 2020.

Ha sido profesor y ponente invitado, en la Ecole Nationale d'Architecture Paris Val de Seine, Escuela de Arquitectura de la Universidad de Talca, Facultad de Arquitectura y Planificación de la Universidad Nacional de Rosario, Universidad de Veritas. Actualmente es profesor en la Universidad Central de Venezuela de diseño arquitectónico. 
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Publicado en: 16 de Junio de 2020
Cita: "El Spot. La transgresión del espacio. Cinco años de un parque cultural endógeno por Marcos Coronel" METALOCUS. Accedido el
<https://www.metalocus.es/es/noticias/el-spot-la-transgresion-del-espacio-cinco-anos-de-un-parque-cultural-endogeno-por-marcos-coronel> ISSN 1139-6415
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