Con la expresión «cámara doméstica» se hace referencia al uso amateur de la cámara fotográfica y a las imágenes obtenidas con ella, es decir, creadas fuera de las lógicas productivas profesionales sin que ello suponga que no se comerciara con ella en algún momento o que no participara ocasionalmente en otros mercados como el del arte.
Las imágenes realizadas por aficionados aglutinaron históricamente dinámicas afectivas y comunicativas de diferentes grupos sociales y ofrecen valiosa información sobre el pasado y las distintas maneras de ver el mundo de aquella época.
Retrato de un grupo del Ateneu Igualadí de la Classe Obrera de excursión en La Llacuna, Barcelona, década de 1920. Autoría desconocida. Plata en gelatina. Copia de época. Colección Núria F. Rius. Cortesía de Fundación MAPFRE.
Las imágenes realizadas por aficionados aglutinaron históricamente dinámicas afectivas y comunicativas de diferentes grupos sociales y ofrecen valiosa información sobre el pasado y las distintas maneras de ver el mundo de aquella época.
Retrato de un grupo del Ateneu Igualadí de la Classe Obrera de excursión en La Llacuna, Barcelona, década de 1920. Autoría desconocida. Plata en gelatina. Copia de época. Colección Núria F. Rius. Cortesía de Fundación MAPFRE.
Durante décadas, la fotografía amateur o doméstica quedó al margen de la historiografía canónica debido a su naturaleza masiva y autoproducida, a lo que se le une que en muchas ocasiones fuera considerada poco relevante o mal ejecutada. Sin embargo, las imágenes realizadas con la cámara doméstica, lejos de suponer un simple entretenimiento o de traducir una mirada ingenua, condensaron imaginarios sociales, rasgos estéticos, discursos comerciales e incluso de carácter político, y ayudan por ello a comprender las distintas realidades sociales y culturales en un momento determinado de la historia.
La fotografía fue el medio visual de representación de las personas y su realidad circundante más común a lo largo del siglo XX. Sin embargo, el acceso en masa a este medio no fue efectivo hasta finales de siglo XIX. Durante este período, las mejoras técnicas introducidas en los aparatos, así como la aparición de la nueva emulsión de plata en gelatina, más estable, rápida y económica, facilitaron el acceso a esta disciplina a un público muy amplio, al tiempo que se abandonó su uso meramente artesanal para entrar en la dinámica de la producción industrial y de consumo. La cámara fotográfica, sin necesidad ya de trípode, se convirtió en un accesorio más de los tiempos modernos y generó su propia cultura visual en torno al yo, la familia, los grupos sociales de pertenencia y los distintos imaginarios dominantes en la época.
Entrada del Museo Británico, Londres, 1912. Fotografía por Hermenter Serra de Budallés. Plata en gelatina a partir de negativo de vidrio. Archivo Nacional de Cataluña (ANC), Fondo Hermenter Sierra de Budallés, Sant Cugat del Vallès. Cortesía de Fundación MAPFRE.
En Cataluña, la nueva afición por la fotografía arraigó con fuerza a partir de la década de 1880 y despertó un extraordinario fervor social hasta el estallido de la Guerra Civil, en el verano de 1936. Comercios, prensa y entidades culturales, así como personas de diferentes clases sociales, géneros y edades, se volcaron en su práctica, ya fuesen simples aficionados, o amateurs, como se conocía en la época a los aficionados más ambiciosos en su práctica de la fotografía. La cámara se introdujo en el espacio doméstico de miles de personas y, en adelante, contribuyó a moldear formas de aprehender la realidad y a expresar aspiraciones sociales y culturales de su tiempo. Las imágenes realizadas con la cámara doméstica, lejos de ser una forma cultural popular poco sofisticada y carente de interés, condensaron innumerables signos sociales, objetivos prácticos y referentes estéticos.
La exposición que presenta Fundación MAPFRE ofrece un recorrido temático por la historia de la fotografía amateur en Cataluña entre 1880 y 1936. Las cerca de trescientas piezas que la componen (fotografías, objetos y documentos de época) han podido reunirse gracias a la colaboración de diecisiete instituciones públicas (entre archivos, museos, bibliotecas y centros de investigación) y nueve colecciones privadas.