La coordinación del «pabellón» está en manos del cardenal José Tolentino de Mendonça, poeta y prefecto del Dicasterio para la Cultura, y cuenta con la colaboración de las comisarias Giovanna Zabotti y Marina Otero, junto con las arquitectas Tatiana Bilbao y Anna Puigjaner, un equipo de mujeres comisarias y arquitectas que aportan perspectivas complementarias y enriquecen la intervención. Opera aperta no busca un mensaje cerrado, sino que se presenta como un proceso abierto que invita a colaborar y dialogar, difuminando las fronteras entre creador y público.
Opera aperta es una iniciativa que plantea una mirada renovada sobre cómo la arquitectura y la Iglesia pueden vincularse con los desafíos actuales. En lugar de apostar por la grandilocuencia tradicional, esta propuesta destaca la importancia de la restauración y el cuidado colectivo, inspirándose en la llamada a proteger nuestro entorno común que hizo el papa Francisco hace una década.

Pabellón de Santa Sede. La Biennale di Venezia. Fotografía por Jose Hevia.
El proyecto se desarrolla en la Casa de Santa María Auxiliadora, un inmueble histórico veneciano con raíces que se remontan a la Edad Media, originalmente destinado a brindar ayuda a peregrinos. A diferencia de una «exposición» estática, este espacio se mantiene en constante evolución durante seis meses, una verdadera «exhibición» por su movimiento, enfocándose en conservar y reutilizar las estructuras existentes en lugar de reemplazarlas. Así, la arquitectura se entiende como un acto de responsabilidad que va más allá de los edificios, involucrando también a las personas y al ecosistema que los rodea.
Al ingresar, no se encuentran las típicas explicaciones o vitrinas; en cambio, el visitante se topa con un ambiente donde la restauración está en marcha, con herramientas, andamios y artesanos trabajando. Este enfoque promueve la participación activa de la comunidad, que puede sumarse a talleres abiertos sobre técnicas de conservación o disfrutar de espacios musicales facilitados por entidades locales. Además, una mesa común gestionada por un grupo cooperativo ofrece un punto de encuentro para fortalecer los lazos sociales y crear sentido de pertenencia.

Pabellón de Santa Sede. La Biennale di Venezia. Fotografía por Marco Cremascoli.
Reconocida en la Bienal de Venecia 2025 con una mención especial, esta propuesta simboliza una visión esperanzadora para la arquitectura contemporánea: innovar no significa siempre crear algo nuevo desde cero, sino cuidar, reparar y revitalizar lo que ya forma parte de nuestra realidad, dando valor a quienes habitan el planeta. De este modo, tanto la Iglesia como la arquitectura se posicionan como agentes de cambio social y ambiental, comprometidos con construir vínculos duraderos con las comunidades y el entorno que compartimos.