
El proyecto por DMDT y Parra Arquitectos, transforma una calle con gran intensidad de tráfico, que conecta equipamientos clave del municipio como el IES Luis Manzanares y la Escuela Oficial de Idiomas, en un espacio de convivencia, recreo y encuentro social.
La estructura formal de la calle se transforma mediante marcas viales, recorridos peatonales intercalados y un sistema de mobiliario que, como comentan los arquitectos, «altera la lógica del desplazamiento lineal». El objetivo intenta ralentizar el tráfico mediante geometrías complejas y recorridos trenzados, que facilitan un diálogo entre vehículos y peatones en el uso equitativo del espacio urbano.
La reestructuración utiliza un nuevo mobiliario urbano con identidad local (maceteros de gran escala, inspirados en las macetas de barro tradicionales), vegetación autóctona y resistente con bajo consumo hídrico y un paisaje urbano que genera identidad.

Trenza urbana por DMDT y Parra arquitectos. Fotografía por Imagen Subliminal.
Descripción del proyecto por DMDT y Parra Arquitectos
TRENZA URBANA: Reordenar, ralentizar, reconquistar
Una intervención mínima con impacto máximo en el espacio público
• Intervención de baja inversión con alto impacto urbano y social.
• Reorganización del tráfico mediante recorridos trenzados y mobiliario urbano.
• Diseño basado en elementos locales y vegetación autóctona para generar identidad.
Trenza Urbana es una intervención urbana desarrollada en Torre Pacheco (Murcia), cuyo objetivo principal es transformar una calle de tráfico prioritario en un espacio de convivencia peatonal. El proyecto se sitúa en la calle Miguel de Cervantes, vía que conecta equipamientos educativos clave del municipio y que presentaba un desequilibrio funcional entre vehículos y personas.
La intervención asume el rol de campo de ensayo urbano, tanto para la administración como para los técnicos y usuarios. La calle se convierte en un laboratorio real a escala 1:1, donde se ponen a prueba estrategias tácticas, soluciones de bajo coste y modelos de gestión compartida del espacio público. Esta experimentación no se basa en el gesto formal, sino en la posibilidad de evaluar su impacto social, su capacidad de adaptación y su replicabilidad en otras zonas del municipio.

El enfoque parte de una lógica técnica y contenida: actuar con lo mínimo necesario para obtener el mayor efecto posible. La traza original se reorganiza mediante marcas viales, recorridos peatonales intercalados y un sistema de mobiliario que altera la lógica del desplazamiento lineal. La estrategia urbana se basa en la ralentización del tráfico mediante geometrías más complejas, obligando a vehículos y peatones a compartir el espacio de forma más equitativa.
La incorporación de maceteros de gran escala, inspirados en las macetas de barro tradicionales del sureste peninsular, cumple una doble función: regular el tránsito y generar identidad. Dispuestos en puntos clave, estos elementos actúan como filtros que guían los recorridos y generan zonas de sombra, estancia y encuentro.
La vegetación seleccionada es autóctona y resistente, con bajo consumo hídrico, alineándose con los criterios de sostenibilidad y bajo mantenimiento. La combinación de especies locales y materiales reconocibles transforma la calle en un paisaje urbano renovado que recupera lo próximo como valor.
El proyecto pone en valor lo cotidiano a través de una intervención táctica, sencilla y replicable. En lugar de grandes transformaciones urbanas, propone un método: intervenir con precisión, usando la geometría como lenguaje común entre lo existente y lo proyectado.

El proyecto no busca imponer una nueva forma de ciudad, sino abrir una conversación con el entorno. Una infraestructura ligera, útil y simbólica que invita a ralentizar el ritmo, ocupar el espacio y pensar en cómo queremos vivir nuestras calles.
En definitiva, una propuesta que se despliega entre la técnica, la cultura local y la escucha urbana.
Una calle como campo de ensayo
La calle Miguel de Cervantes, de trazado recto y sección vehicular dominante, conecta equipamientos clave del municipio como el IES Luis Manzanares y la Escuela Oficial de Idiomas. Frente al desequilibrio entre tráfico rodado y uso peatonal, el Ayuntamiento plantea esta intervención como un experimento urbano para poner a prueba otra forma de habitar el espacio común.
La estrategia es clara: reordenar los flujos rodados y peatonales para reducir la velocidad del tráfico y ganar espacio para caminar, esperar y encontrarse. La geometría lineal se convierte en una trenza de movimientos. Los recorridos peatonales se entrelazan con los vehiculares, transformando el cómo y el dónde se circula, se cruza o se permanece.

Acciones concretas, resultados visibles
La actuación se basa en gestos sutiles pero firmes:
• Redistribución de la sección viaria.
• Marcas en el suelo que reorganizan la circulación.
• Maceteros de gran escala, reinterpretación contemporánea de la cerámica local, utilizados como elementos de mobiliario urbano y control de flujos.
• Vegetación autóctona y de bajo mantenimiento para favorecer la renaturalización.
La calle ya no se recorre de forma lineal: ahora se camina, se frena y se observa.