
Tomás de Iruarrizaga resuelve el proyecto del Refugio Calfuco con un programa organizado en dos niveles: un primer nivel, más íntimo, integra el recibidor y los dormitorios; el segundo nivel, compuesto por una planta abierta, incluye la zona de estar y la cocina. Diluyendo los límites entre el interior y el paisaje, el espacio noble se abre generosamente frente a la imponente selva valdiviana.
Puertas adentro, la calidez de la madera de laurel da como resultado ambientes acogedores y confortables. Ejecutado con herramientas de carpintería tradicional, todo el interior parece ser un mueble, estableciendo una estrecha analogía con la funcionalidad de una embarcación. La pequeña vivienda, de geometría precisa, se presenta como una sensible reinterpretación del concepto de cabaña tradicional.

Refugio Calfuco por Tomás de Iruarrizaga. Fotografía por Federico Cairoli.
Descripción del proyecto por Tomás de Iruarrizaga
Este pequeño refugio de unos 50 m², está ubicado en los alrededores de Valdivia, en la costa del pacífico. Se emplaza en medio de la densa y húmeda selva valdiviana. El cliente quería una pequeña cabaña para pasar sus vacaciones y el desafío principal en este aspecto consistió en re interpretar ese concepto -fuertemente asentado- de la cabaña tradicional.
Propusimos una torre muy angosta separada del terreno por medio de apoyos de hormigón, que buscara la luz del norte y que permitiera usar una mínima superficie de suelo. En planta, el pequeño rectángulo tiene cuatro metros de ancho por siete metros de largo y calza justo entre un grupo de árboles, elevándose diez metros sobre el nivel del suelo hasta las copas de esos árboles.

La construcción se divide en dos pisos muy compactos; en el primer nivel un recibidor, que es al mismo tiempo el pasillo que conecta los dormitorios, y el único baño con la escalera. En el segundo nivel se encuentra una planta abierta que incluye la zona de estar y una cocina que en realidad se sienten como un espacio noble y generoso enfrentado al paisaje. Las dimensiones oscilan entre las alturas mínimas para transitar libremente y las que consideran la escala del paisaje.
La forma se concibe como un volumen compacto y muy definido, un prisma de ángulos agudos que contrasta fuertemente con el entorno. Sus interiores en madera de laurel son acogedores y táctiles, todo pareciera ser un mueble, como sucede en las embarcaciones con sus cuadernas y quillas a la vista.

La forma del techo es a dos aguas, pero con la viga cumbrera haciendo una diagonal sobre el volumen de la casa, a modo de espina de pescado. La estructura se cortó completamente en obra, sin usar más medios tecnológicos que las herramientas de carpintería tradicional.