
BACH / Jaume Bach + Anna & Eugeni Bach mantienen el diálogo entre el espacio abovedado original y la geometría abstracta planteada en 1987, proyectando una renovación que conserva los elementos icónicos de esa propuesta: la pequeña sala de proyección triangular que organiza y divide la circulación en la entrada, y el triángulo suspendido sobre el escenario, que funcionaba como dispositivo de reverberación y que ahora se convierte en una pantalla acústica que oculta los altavoces centrales.
La adecuación a los requerimientos actuales de imagen y sonido hace que se eliminen las cabinas de traducción y que se modifique la inclinación del suelo del patio de butacas para mejorar la visibilidad. Las ventanas se cierran con paneles de madera tallados y la serliana se conserva bajo un único tono rojo que da la bienvenida a los visitantes. En el interior, el mobiliario se renueva para mejorar la visibilidad de la pantalla, y el triángulo suspendido se transforma en una gran pantalla acústica.

Cine y Auditorio del Museo Reina Sofía por BACH / Jaume Bach + Anna y Eugeni Bach. Fotografía de Eugeni Bach.
Las ventanas del antiguo hospital evocan gotas de lluvia, creando sensación de exterioridad, reforzada por una bóveda azul que recuerda el cielo nocturno y la recuperación del rojo clásico en elementos que aluden a cines históricos como el Skandia y el Doré. Superficies absorbentes suavizan la luz y transforman la percepción del volumen interior. En el vestíbulo se añade un mueble triangular que guía la circulación y dialoga con la cabina de proyección. La serliana unificada en rojo revela la sala tras cortinas de terciopelo, evocando universos cinematográficos de Buñuel a Kaurismäki.

Cine y Auditorio del Museo Reina Sofía por BACH / Jaume Bach + Anna y Eugeni Bach. Fotografía de Eugeni Bach.
Descripción del proyecto por BACH / Jaume Bach + Anna & Eugeni Bach
El proyecto plantea la transformación del antiguo auditorio del Museo Reina Sofía en una nueva sala para formatos audiovisuales. Para ello, además de dar un nuevo carácter a este espacio emblemático del museo, es preciso modificar tanto el acceso como la platea, así como intervenir en la materialidad de la sala para mejorar el comportamiento acústico e instalar un nuevo sistema de imagen y sonido.
El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía está ubicado en el edificio del antiguo Hospital General de Madrid, una construcción del siglo XVIII obra de José de Hermosilla y Francisco Sabatini. Tras varias intervenciones, y después de ser catalogado como Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento, fue inaugurado como museo en 1992 y ampliado en 2005, siendo actualmente uno de los centros de referencia del arte moderno y contemporáneo en Europa.
El edificio del antiguo hospital, conocido como edificio Sabatini, contaba con un auditorio realizado en 1987, obra de Jaume Bach y Gabriel Mora, que daba servicio a todas las conferencias y actos del museo. Con la ampliación del centro, la institución pasó a disponer de dos nuevos auditorios, lo que permitió reconvertir el existente en sala de cine y auditorio.

La propuesta busca conservar las piezas icónicas del proyecto de Bach y Mora: la sala de proyección triangular que organiza y divide la circulación en la entrada, y el triángulo suspendido sobre el escenario que cumplía funciones de reverberación. En cambio, las cabinas de traducción existentes se eliminan, ya que la tecnología actual no requiere un espacio específico, la platea se modifica para ganar mayor inclinación y mejorar la visibilidad de la pantalla y el emblemático triángulo suspendido se convierte en una gran pantalla acústica que esconde los altavoces centrales.
Con esta estrategia, se pretende adaptar las condiciones de la sala a su nuevo uso y, al mismo tiempo, mantener el carácter de “objetos geométricos” dispuestos bajo un gran espacio abovedado, tal como concebía el proyecto original: un cielo estrellado bajo el cual se organizaban los distintos eventos.
Las antiguas ventanas del hospital estaban cerradas con paneles de madera con motivos fresados que evocaban gotas de lluvia, generando de forma velada la sensación de estar en el exterior. El proyecto refuerza esta idea estableciendo el azul como color de la bóveda (el cielo nocturno) y recupera el rojo clásico de tantos cines y teatros a lo largo de la historia de la arquitectura, con especial relación con el Cine Skandia de Erik Gunnar Asplund en Estocolmo y el Cine Doré en Madrid.

El azul del cielo y el rojo de la moqueta remiten a los teatros clásicos, estableciendo un vínculo entre la función del espacio (que requiere colores oscuros que eviten reflejos) y la tradición del cine y la teatral, especialmente al estar ubicado en un edificio neoclásico. Para mediar entre estos dos tonos, las superficies absorbentes situadas en los nichos de las ventanas se convierten en los puntos de una iluminación tenue, que resalta estas aberturas y las convierte en unos volúmenes al aire libre ampliando la sensación de estar en el exterior.
En el vestíbulo de entrada se añade un nuevo elemento: un almacén también triangular que dialoga con la geometría de la cabina de proyección y que, al igual que esta, ayuda a dirigir la circulación hacia el fondo de la sala. La serliana existente se conserva y, al unificar todas las superficies en un único tono rojo, aparece como una pieza singular que recibe al visitante y revela la nueva sala tras densas cortinas de terciopelo que remiten a universos cinematográficos amplios que van desde Luis Buñuel a David Lynch, de Pedro Almodóvar a Aki Kaurismäki.