Lubetkin con la colaboración de los ingenieros Ove Arup y Felix Samuely, en 1934, dio a conocer su famoso «Penguin Pool» en espiral, convirtiendose rapidamente en un ejemplo exquisito de la arquitectura moderna. El resultado fue un par de rampas que se entrelazan, en voladizo por encima de la piscina elíptica y es considerado como un proyecto histórico, tanto en términos de diseño arquitectónico como de ingeniería.
El innovador diseño de Tecton era inusualmente elegante y dinámico, y uno de los primeros que mejor experimentaba las posibilidades del hormigón armado, in situ en formas complejas y de carga.
Desafortunadamente, la piscina, creada por Lubetkin, ha estado vacía durante 15 años. En 2004 dejó de ser el hogar de la colonia de pingüinos, porque los pingüinos contrajeron una infección bacteriana llamada bumblefoot, por micro abrasiones causadas por caminar sobre el concreto, y se reubicaron en uno de los estanques de patos del zoológico.
La polémica ha surgido tras las declaraciones de la hija de Berthold Lubetkin, Sasha Lubetkin, a un periodico local el Evening Standard y la contestación del arquitecto conservador John Allan.
Lubetkin había consultado con el biólogo Julian Huxley en ese momento para asegurarse de que el diseño del recinto se adaptara mejor a las necesidades de los pingüinos, pero como lo comentó John Allan, quien escribió la biografía de Berthold Lubetkin y trabajó en la restauración del Penguin Pool en los años ochenta. Los defectos del recinto son el resultado de decisiones tomadas por el Zoo de Londres, en lugar de los diseñadores.
«El pavimento original junto a la piscina era principalmente de goma, para la comodidad de los pingüinos, pero fue reemplazado por el zoológico con hormigón. En el proyecto de restauración se nos exigió aplicar una capa de gránulos de cuarzo en las superficies de la rampa en beneficio de los guardianes, pero para la incomodidad de los pingüinos». según comentó John Allan, quien también agregó que el recinto había sido diseñado originalmente para una especie antártica de pingüinos a los que les gusta apiñarse. El zoológico los cambió por Humbolts sudamericanos, que prefieren excavar, lo que también hace que los nidos originales no sean adecuados.
Aunque el zoológico no tiene «planes actuales» para la reserva de pingüinos, y obviamente, la estructura ahora no es adecuada para pingüinos por razones de bienestar, sin embargo, debería encontrarse un uso más imaginativo, para una obra tan significativa en la historia de la arquitectura moderna.