El diseño cuenta con una gran terraza en la azotea con amplias vistas del bosque para dar cabida a la exposición al aire libre, un tratamiento común para la tuberculosis. Los pacientes debían ser llevados la cubierta como parte de su rutina diaria. Alvar Aalto también diseñó la silla Paimio para ser utilizada en el salón de pacientes. El ángulo de la parte posterior de este sillón tenía como objetivo ayudar a los pacientes a respirar más fácilmente.
Vista exterior. Sanatorio Paimio por Alvar Aalto, 1933, Situado en Paimio, Finlandia. Cortesía de Marianna Heikinheimo/Aalto University.
Entre las décadas de 1920 y 1930, el único tratamiento para la tuberculosis consistía en reposo y exposición al sol y al aire puro. Es por esto que el Sanatorio para tuberculosos de Alvar Aalto en Paimio, Finlandia, se asienta en un claro entre grandes árboles y aire puro, alejado del núcleo urbano. Un lugar rodeado por la naturaleza en el que mantener una vida saludable y tranquilidad, donde recibir la radiación solar y estar protegido de los vientos por los árboles.
En este periodo de tiempo Alvar Aalto ya había realizado obras puramente racionalistas, pero con este proyecto inicia un nuevo pensamiento en el que el buen y calculado funcionamiento mecánico no es suficiente, sino que el aspecto humano cobra relevancia:
Vista exterior. Sanatorio Paimio por Alvar Aalto, 1933, Situado en Paimio, Finlandia. Cortesía de Marianna Heikinheimo/Aalto University.
De ese modo, el edificio no es un único bloque lineal compacto: se disgrega en el paisaje buscando la mejor orientación posible para cada función, así como la integración con el medio. Esto deriva en la formación de cinco bloques que albergarán funciones muy concretas (dormitorios, usos comunes, cocina…) cada uno orientado de forma óptima en función de sus necesidades; que se unirán con conexiones transversales entre sí, quedando unificados en un mismo edificio.
El acceso al sanatorio se realiza en coche, entre los grandes árboles entre los que se inserta el edificio. Esta forma de aproximarse al edificio, casi por sorpresa, sin referencia a otros edificios próximos, hace que el arquitecto no proponga una fachada importante al edificio, sino que son los volúmenes los que encierran un espacio que funciona todo él como fachada marcando la entrada mediante una marquesina con formas curvas.
El módulo de las habitaciones de los pacientes es donde reside la mayor dedicación y estudio del proyecto. Pese a haber adoptado todos los principios del racionalismo (uso del hormigón en una estructura reticulada, o la concentración de instalaciones), Aalto consideraba que esta corriente había dado un gran paso en la modernización de la arquitectura, pero no era suficiente y se había quedado corta, dejaba de lado al individuo. Por eso las habitaciones del sanatorio de Paimio representan un verdadero alegato sobre la arquitectura humanizada.
Vista exterior. Sanatorio Paimio por Alvar Aalto, 1933, Situado en Paimio, Finlandia. Cortesía de Marianna Heikinheimo/Aalto University.
Este sector tiene una orientación oeste y suroeste, lo que permite un perfecto soleamiento y ventilación por las mañanas a los dormitorios, a la vez que, usando el pasillo como protección, se evita el frío viento del norte. Este bloque posee la posición privilegiada dentro del esquema del edificio: dando la espalda a todo el conjunto, las habitaciones se abren a la naturaleza, sin ninguna interferencia visual, buscando el contacto del paciente con el bosque con el fin de aprovechar el carácter terapeútico de la naturaleza.
Actualmente, el Sanatorio está nominado para convertirse en Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.