
La propuesta realizada por Intersticial Arquitectura revela lo que silenciosamente estaba oculto en la casona original. El proyecto se fusiona sutilmente con lo existente. Mediante una intervención que acompaña y no se impone, incorpora salones, talleres, patios y terrazas caracterizados por una atmósfera cálida y acogedora.
Casa de Rubén demuestra que, a veces, proyectar un edificio no se limita al simple dibujo de planos. Desde una concepción filantrópica, acompaña y se preocupa por brindar apoyo a la comunidad vulnerable de Querétaro y su región. Se presenta como un espacio digno de encuentro y de sanación, para todos y de todos.

Centro Comunitario LGBTQ+ Casa de Rubén por Intersticial Arquitectura. Fotografía por Ariadna Polo.
Descripción del proyecto por Intersticial Arquitectura
Hay casas que se heredan. Otras que se compran. Y hay algunas, muy pocas, que se construyen desde el afecto. Casa de Rubén es una de ellas. Un centro comunitario de esparcimiento diurno destinado a la comunidad LGBTQ+ del Bajío.
Nació como un gesto de amor y memoria. En honor a Rubén Salazar: hijo, hermano, amigo y joven activista, cuya vida estuvo marcada por la lucha constante ante la no discriminación y la inclusión. No es un homenaje de piedra, ni un discurso congelado en muros. Es un espacio vivo. Abierto. Vulnerable. Una casa donde la pausa, la compañía y la escucha importan tanto como el techo.

Desde el inicio, quienes estuvieron detrás del proyecto entendieron que no se trataba de diseñar un edificio, sino de sostener una posibilidad. La posibilidad de sentirse seguro. De pertenecer. De sanar sin tener que explicar todo. De estar. Y eso requiere más que planos: requiere presencia, sensibilidad y compromiso real.
El lugar, una casona en el Centro Histórico de Querétaro, guardaba sus propias capas de silencio. Cada muro reveló algo. Restaurar no fue imponer una forma, sino acompañar la que ya estaba ahí. Escucharla. Respetarla.

Casa de Rubén fue posible gracias a un cliente con una visión noble y profundamente filantrópica: brindar un espacio digno de apoyo, encuentro y sanación para la comunidad LGBTQ+ en Querétaro y su región. Esa convicción fue el punto de partida. La arquitectura llegó después, como herramienta para traducir ese gesto en espacios reales, accesibles y honestos.
A través de una intervención sobria, se articularon salones, talleres, patios, terrazas. Todos conectados por una atmósfera serena, sin imposiciones. Se restauró sin ocultar el paso del tiempo. Se abrieron vanos generosos para dejar entrar la luz, para que el aire circulara sin interrupciones. Se dejó visible lo que había sido borrado.

Cada gesto busca acompañar, no dirigir. Abrir, no controlar. Proteger, sin encerrar.
Hoy, Casa de Rubén no presume arquitectura. La respira. La habita. La transforma en un gesto cotidiano. En un patio que invita. En una luz que entra sin pedir permiso. En un espacio que se entrega sin preguntar a quién.
Aquí no se juzga. No se exige. No se interrumpe. Aquí se está. Y ese estar, colectivo, afectivo, presente, es lo que le da sentido a todo lo demás.
Casa de Rubén es la casa de todos.