
Con un importante patio circular central de 203 metros, el proyecto de 1.276 metros cuadrados realizado por el arquitecto Inner Mongolian Grand Architecture Design Co. Ltd / Zhang Pengju, sirve como punto focal para actividades al aire libre, los juegos infantiles y la cohesión comunitaria. Construido íntegramente con ladrillos recuperados de demoliciones locales, el Centro Comunitario pretende servir como centro cultural, social y ecológico, fusionando materiales tradicionales con métodos de construcción sostenibles.
La propuesta se compone de espacios capaces de acoger la vida cotidiana de la comunidad musulmana hui en China. Desde la calle lateral es posible acceder a la cafetería y a un restaurante de barrio. En el corazón de la compleja geometría del edificio, un rehundido da lugar a una piscina temporal. El centro multifuncional ha logrado impulsar la economía local, sirviendo como punto de atracción para turistas e impulsando la apertura de nuevas casas de huéspedes y restaurantes.

El pueblo fue el foco de una iniciativa de revitalización rural en 2018 que provocó un desperdicio generalizado de ladrillos. En colaboración con los aldeanos y artistas locales, el arquitecto Zhang Pengju propuso reutilizar estos ladrillos para construir un centro comunitario multifuncional y económico. Fotografía cortesía por Aga Khan Trust for Culture / Dou Yujun (fotógrafo).
Descripción del proyecto por Inner Mongolian Grand Architecture Design Co. Ltd / Zhang Pengju
La larga presencia de la comunidad musulmana hui de China en los alrededores de Hohhot, capital de Mongolia Interior, queda patente en su Gran Mezquita de principios del siglo XVII, una de las once mezquitas de la ciudad. Sin embargo, la aldea de West Wusutu, adyacente a Hohhot y reconocida oficialmente como una «aldea característica de minoría étnica» ejemplar de coexistencia pluralista, ha carecido durante mucho tiempo de espacios públicos, como un centro comunitario o una mezquita, capaces de acoger la vida cotidiana de su comunidad multiétnica a una distancia razonable a pie.
Muchos de los nativos de la aldea en edad laboral emigran a la ciudad. Por otro lado, sus abundantes flores de albaricoque y su paisaje montañoso han atraído desde hace tiempo una afluencia regular de artistas visitantes.
Una iniciativa gubernamental de revitalización rural, iniciada en 2018, transformó varios edificios vernáculos vacíos en locales para artistas, mientras que otros fueron demolidos. Entre los arquitectos involucrados se encontraba Zhang Pengju, cuya buena relación con los residentes lo convirtió en la elección natural cuando obtuvieron el permiso para construir un espacio cultural y social en el terreno de un antiguo templo budista.

Aldeanos y artistas reunieron los fondos necesarios. El proyecto tardó tan solo siete meses desde su diseño hasta su finalización, situándose incluso por debajo del modesto presupuesto establecido. Un factor decisivo para su bajo coste fue el enfoque de construirlo casi en su totalidad con ladrillos rescatados de las demoliciones anteriores.
Una cafetería y restaurante de barrio da directamente a la calle lateral. Al resto de las instalaciones se accede a través de un estrecho pasillo de entrada que conduce directamente al patio circular descentrado. Formando el corazón de la sofisticada geometría del plan, su área central hundida puede convertirse en una piscina temporal mediante un mecanismo que bloquea el canal de drenaje de agua de lluvia.
Desde el patio, la circulación de visitantes es fluida en todo momento, sin divisiones sólidas entre espacios. Sin embargo, su coreografía es tal que es improbable que personas de fuera que asistan a eventos culturales o exposiciones de arte perturben las actividades comunitarias de los lugareños: mahjong o cartas para los mayores, cerámica para los jóvenes.

Una escalera, que irrumpe en la forma circular del patio, conduce a una terraza en la azotea, donde los escalones invitan a la reunión social y desde donde se pueden presenciar espectáculos en el patio inferior. Este también es un lugar de juego para los niños, y las formas de las cuatro torres de ventilación, conectadas a un sistema de refrigeración subterráneo, hacen que este espacio abierto sea divertido e intrigante, además de señalar la presencia del centro desde la distancia.
El centro ya ha impulsado la economía local atrayendo a más turistas e impulsando la apertura de nuevas casas de huéspedes y restaurantes.