
AMASA Estudio planteó un proyecto que resolvía hábil e inteligentemente los retos técnicos de implantación en un terreno con fuertes pendientes y la conservación de la vegetación existente mediante una geometría circular, que liberaba áreas verdes y facilitaba la integración de un parque continuo, en el que destaca un volumen de 230 m² implantado en el centro del terreno. Además del edificio circular, destinado a salón de usos múltiples, se incluyeron áreas infantiles rehabilitadas, un espacio de calistenia y la restitución de la cancha deportiva, ahora ubicada en la cubierta.
La intervención resultó compleja y costosa por los movimientos de tierra, las cimentaciones adaptadas a la pendiente y las soluciones frente a las intensas lluvias. Se ejecutaron dos pozos de absorción para canalizar escorrentías y evitar desprendimientos. El edificio cilíndrico alberga un salón divisible gracias a columnas y vigas de hormigón dispuestas radialmente, convergentes en un anillo de compresión. Este sistema sostiene una doble losa pigmentada in situ que actúa como cubierta y base estructural de la pista deportiva superior.

UH INFONAVIT Santa Fe por AMASA. Fotografía por Zaickz Moz.
Descripción del proyecto por AMASA
Ubicado en el extremo poniente de la Ciudad de México, el proyecto desarrollado por AMASA Estudio en la Unidad Habitacional INFONAVIT Santa Fe enfrentó uno de los contextos más complejos dentro del conjunto de intervenciones realizadas en 2024. Esta unidad presenta una condición particular: al haber sido construida sobre una zona de barrancas, los edificios se desplantan sobre una topografía accidentada, con desniveles considerables que dificultan tanto la conectividad como la accesibilidad entre ellos.
El área de intervención se localiza en el límite sur de la unidad habitacional, en el punto de encuentro entre dos calles con distinto nivel. Su forma triangular, similar a la de una esquina residual, y su colindancia con un deportivo público —con el que mantiene una diferencia topográfica superior a los seis metros—, definen un emplazamiento particularmente complejo. Esta condición, sumada al abandono histórico del sitio, dio lugar a un entorno altamente vulnerable, marcado por el deterioro físico, la escasa apropiación vecinal y una elevada percepción de inseguridad.
El espacio específico intervenido, anteriormente ocupado por una cancha de basquetbol en estado de deterioro, se encontraba sobre un terreno fragmentado, de difícil acceso y con infraestructura obsoleta. Su uso era prácticamente inexistente, y el flujo constante de personas externas a la unidad —provenientes de una calle que conecta dos puntos clave de oriente a poniente— reforzaba la percepción de riesgo, particularmente durante las noches.

Ante este escenario, el encargo por parte del INFONAVIT consistió en recuperar el sector mediante una intervención integral que contemplara la construcción de un salón de usos múltiples de 230 m², la rehabilitación de las áreas de juegos infantiles —prácticamente desmanteladas—, la incorporación de un espacio para calistenia y la restitución de la cancha deportiva, que era aún el único espacio que se llegaba a utilizar.
La topografía del sitio impuso una serie de retos técnicos relevantes: escurrimientos pluviales mal canalizados, deslaves frecuentes, acumulación de agua y lodo en las zonas bajas, y una cobertura vegetal abundante que, afortunadamente para el concepto, no podía ser talada. Así, el terreno estaba rodeado por eucaliptos, pinos y colorines cuya preservación condicionó la ubicación y el proyecto del nuevo equipamiento. Además, la cancha original había sido construida, como una plancha de concreto, sobre un relleno deficiente y sin infraestructura de drenaje, generando fracturas y taludes inestables que afectaban la vialidad y a los vehículos estacionados.
Frente a estas restricciones, la propuesta de AMASA Estudio consistió en un gesto claro: un volumen circular, ubicado en el centro del terreno, que se adapta con precisión a la topografía y libera al máximo las áreas verdes. Esta estrategia formal resolvió los principales retos del sitio. En primer lugar, la forma triangular del predio y su topografía, con un desnivel de seis metros, impedían ubicar el área construida requerida por la licitación sin comprometer la vegetación existente o afectar el funcionamiento de los espacios perimetrales.

La implantación de un volumen regular generaba esquinas ciegas, reducía la visibilidad y obligaba a que los recorridos se realizaran por fuera del conjunto, ya que los vértices del edificio tocaban los límites de la zona de intervención. En cambio, la forma circular permitió evitar la tala de árboles, reducir la huella de construcción y distribuir el programa arquitectónico en terrazas escalonadas, integradas al paisaje y accesibles desde distintos puntos del terreno.
Desde el acceso principal —ubicado en la parte baja del predio— se traza un recorrido ascendente que articula el salón de usos múltiples, las áreas lúdicas y la nueva cancha de básquetbol, situada en la cubierta del edificio. Esta última puede ser alcanzada directamente desde el nivel más alto del terreno, lo que refuerza la continuidad espacial y la integración con el entorno.
La elección de una geometría circular, más allá de su eficacia técnica, permitió también construir una nueva narrativa para el sitio: en lugar de una barranca fragmentada, el conjunto ahora se percibe como un parque continuo, en espiral, donde la arquitectura y el espacio público se entrelazan. Esta decisión proyectual generó un sistema de circulación peatonal integrado, que fomenta el uso cotidiano y la apropiación colectiva.

Una de las decisiones más significativas durante el proyecto fue la reubicación del edificio, originalmente previsto en una franja donde se encontraron ejemplares de colorín. Estos árboles, sensibles a la afectación de raíces, obligaron a modificar el emplazamiento y las nivelaciones para evitar su pérdida. Gracias a este ajuste, no se taló ningún árbol y la vegetación preexistente se integró de forma natural al conjunto. Cabe señalar que los colorines, al ser caducifolios, fueron fotografiados durante una etapa de floración que dio una apariencia «seca» al entorno, aunque posteriormente recuperaron su follaje, como parte de su ciclo natural.
A nivel constructivo, esta fue la intervención más compleja y costosa de las cuatro, debido tanto al movimiento de tierras como a las cimentaciones adaptadas a la pendiente y a los retos logísticos que implicó su ejecución durante la temporada de lluvias de 2024. La obra se desarrolló en un terreno con condiciones topográficas exigentes y una infraestructura previa deteriorada, lo que representó un desafío significativo para su implementación.
Dado que el predio se ubica en una esquina donde confluyen dos pendientes, el proyecto incluyó la incorporación de dos pozos de absorción estratégicamente localizados en los puntos donde la topografía concentra las corrientes pluviales. Esta solución permitió conducir y filtrar de manera eficiente el escurrimiento superficial, mitigando los problemas históricos de deslaves e inundaciones en la zona.
Cabe destacar que, tras su conclusión, el proyecto ha enfrentado con éxito la temporada de lluvias de 2025 —una de las más intensas registradas en las últimas dos décadas en la Ciudad de México—, lo que confirma la eficacia de las decisiones proyectuales frente a las condiciones extremas del sitio y del clima.

En el interior del edificio cilíndrico se encuentra un salón de usos múltiples que puede funcionar como un único espacio o como dos salones simultáneos. Su configuración es posible gracias a un sistema estructural compuesto por columnas de concreto dispuestas radialmente, que reciben un conjunto de trabes también radiales, todas convergiendo en un anillo de compresión central. Este elemento no solo distribuye las cargas hacia la periferia, sino que permite sostener una doble losa de concreto —pigmentado en sitio— que constituye la cubierta y base estructural para la cancha deportiva ubicada sobre el edificio.
La coordinación estrecha entre la constructora —Desarrolladora de Ideas y Espacios (Alberto Cejudo)—, AMASA Estudio y los ingenieros estructuristas fue clave para hacer viable este proyecto, que requirió resolver numerosos desafíos técnicos durante todo el proceso de construcción. A pesar de operar con un presupuesto sumamente limitado, el equipo logró materializar una obra compleja, precisa y eficaz.
El proyecto en UH INFONAVIT Santa Fe demuestra que incluso en contextos urbanos difíciles, con topografías accidentadas y recursos limitados, una estrategia de diseño sensible puede resignificar espacios olvidados. A través de una arquitectura que responde al sitio, preserva su vegetación y construye recorridos en diálogo con el paisaje, esta intervención transforma una zona marginada en un parque activo, seguro y accesible, destinado al encuentro, al juego y a la vida comunitaria.