Nacidos ambos en 1913, Miguel Fisac y Alejandro de la Sota fueron coetáneos y empezaron sus estudios de arquitectura a mediados de la década de 1930. Manchego uno y gallego el otro, los dos establecieron su despacho en Madrid en la década de 1940, en un momento en el que el Régimen de Franco desechó el Movimiento Moderno que había prendido en Europa para imponer un clasicismo de corte imperial y una vuelta al localismo y el regionalismo en la arquitectura española del que cada uno escapó a su manera.
Aunque pasó por diferentes etapas, De la Sota desarrolló una arquitectura de inspiración racionalista y de naturaleza abstracta muy en conexión con la obra americana de Mies van der Rohe y de otros emigrados europeos en Estados Unidos, con obras maestras como el Gobierno Civil de Tarragona (1957-1962) y el Gimnasio del Colegio Maravillas (Madrid, 1960-1962), considerado por el crítico británico William Curtis como el edificio más significativo de la arquitectura moderna española.
Fisac, por su parte, encontró su camino en una evolución desde el novecento italiano de la Universidad de Roma, pasando por un neoempirismo escandinavo, por registros claramente racionalistas —influencia del arquitecto estadounidense Frank Lloyd Wright—, hasta un expresionismo que ha dejado huella en sus edificios de hormigón, con el que inició una fructífera relación experimental que le llevó a logros tan importantes como el Centro de Estudios Hidrográficos o la Iglesia de Santa Ana (Madrid), entre otros edificios religiosos. Ejemplos de su trabajo son el Teologado de los Padres Dominicos (Madrid, 1955), la Iglesia de la Coronación de Vitoria (1957) y el emblemático y ya desaparecido edificio de los Laboratorios Jorba (Madrid, 1968), conocido como ‘La Pagoda’.