La organización de las cinco viviendas, utiliza toda la edificabilidad posible mediante la construcción de la tipología dúplex en la parte derecha de la escalera mirando desde la calle, donde se encajan las dos viviendas en tres plantas como un puzle. Las otras tres viviendas se sitúan en la parte izquierda de la escalera, una por planta.
Descripción del proyecto por IBAVI
Este es el primer proyecto finalizado por el Instituto Balear de la Vivienda (IBAVI) que continua la investigación de Reusing Posidonia en Formentera, en este caso adaptado al mapa de recursos de Mallorca.
El edificio se sitúa en el barrio de Son Gotleu, que empezó a desarrollarse en 1943. Inicialmente, el tejido urbano combinaba las tipologías de manzana cerrada con viviendas entre medianeras de planta baja o planta baja y piso con patio, con viviendas unifamiliares aisladas. Durante la década de 1960, con el objetivo de alojar los trabajadores procedentes de la Península que construían los hoteles de la Playa de Palma, estas viviendas unifamiliares fueron substituidos por bloques de pisos siguiendo la línea del movimiento moderno, construidos de la manera más barata posible, sin ascensor y que, con el tiempo, han devenido un foco de conflictos sociales. De hecho, Son Gotleu es uno de los barrios de Palma con mayor índice de vulnerabilidad social y concentración de población con pocos recursos económicos. Esta conflictividad es otro efecto colateral del turismo de masas de los 60 y su reversión requiere todos los esfuerzos públicos y privados posibles.
El proyecto recupera y visibiliza uno de los mejores rasgos del barrio: las pequeñas casas entre medianeras construidas con piedras de marés, y que revelan el mapa de recursos del lugar, que vuelve a ser viable económicamente en el siglo XXI gracias a los requerimientos térmicos y acústicos del CTE y las diferentes directivas europeas: la emergencia climática hace que sea posible volver a utilizar aquellos sistemas que quizás habrían evitado dicha crisis climática.
La distribución de las cinco viviendas, número máximo permitido, aprovecha toda la edificabilidad posible mediante la utilización de la tipología dúplex en la parte derecha de la escalera mirando desde la calle, donde se encajan las dos viviendas en tres plantas como un Tetris. En la parte izquierda de la escalera se sitúan tres viviendas simplex, una por planta. Todas las viviendas son pasantes y disfrutan de ventilación natural cruzada.
La piedra de marés, el material industrializado con menor huella ecológica de Mallorca, es el material utilizado para construir todos los muros del edificio de 3 plantes de altura. La única excepción es la caja de ascensor, de hormigón blanco armado, con la finalidad de cumplir la normativa sismoresistente.
El objetivo es demostrar que la construcción de muros de carga con este material, abandonado en el uso estructural de los edificios plurifamiliares los últimos 30 años, permite el cumplimiento de la normativa vigente, los Objetivos de Desarrollo Sostenible y recuperar la cultura material propia. El sistema constructivo es el mismo que utilizó Jørn Utzon en Can Lis en 1972, formado por muros de carga interior de 20 cm de gran inercia térmica, y un muro exterior pluvial de 10 cm.
Para lograr cumplir los requerimientos de habitabilidad actuales se ha incorporado un aislamiento de algodón reciclado de 10 cm en la cámara de aire, protegido con una lámina impermeable transpirable, grandes vidrios bajo emisivos con carpinterías estancas de madera certificada FSC. Además, se han instalado persianas enrollables tipo BCN para controlar la protección solar durante los meses de verano.
Las emisiones de CO2 embebidas en el sistema constructivo de fachada son de 31,62 kg/CO2 por m2. Si se hubiera resuelto la fachada mediante una solución convencional las emisiones serían de 126,04 kg/CO2 . Es decir, se ha reducido un 75% la contaminación producida durante la construcción de la fachada. Este planteamiento se ha extendido a todos los elementos del edificio.
A nivel de confort, se ha realizado una previsión a largo plazo de las temperaturas medias, considerando una vida útil del edificio mínima de 50 años, por lo que en un escenario de aumento de temperatura global mínimo de 2ºC (en caso que se cumplan los objetivos del Acuerdo de París) se ha optado por priorizar las medidas pasivas en la época de verano, introduciendo la inercia como elemento básico de regulación de la temperatura. Dicha necesidad de inercia se resuelve mediante la utilización de la piedra local, con una densidad de 2.160 kg/m3.
Esta inercia, juntamente con la ventilación natural cruzada, garantiza la refrigeración pasiva de todas las viviendas durante los meses de verano.
El edificio tiene una clasificación energética A; y la producción de ACS se realiza mediante bombas de aerotermia colectivas situadas en cubierta, apoyadas por una batería de placas fotovoltaicas.