La intervención llevada a cabo por Carles Enrich en el castillo de Jorba, localizado en la cima del Puig de la Guàrdia en la comarca de Anoia, tiene como objetivo facilitar el acceso hasta la torre de vigilancia, donde se recupera la relación con el pueblo y el territorio, poniendo en valor el uso de mirador que originó su construcción generando una nueva topografía.
Una intervención mínima, en realidad se podría decir que es un proyecto de limpieza de los restos existentes. Obviamente es mas que eso, es inteligencia y una acción que aprovecha los recursos para poner en valor unos restos sobre los que el tiempo acumula capas de olvido.
Descripción del proyecto por Carles Enrich
Los vestigios del castillo de Jorba, declarado monumento histórico con grado de protección BCIN, se encuentran en la cima del Puig de la Guàrdia, a una altura de 549m, formando un telón de fondo al municipio de Jorba y un punto privilegiado de observación del territorio de la comarca de la Anoia. El conjunto del castillo representa una sedimentación de los distintos usos que ha adquirido a lo largo de los siglos. A la primera construcción, una torre de vigía de mediados del siglo X, se le adicionó una capilla, que posteriormente formó parte de un primer recinto superior amurallado en el siglo XIV. Hacia finales del siglo XVI éste se amplió, suponiendo la máxima extensión del conjunto sobre la colina. En su última fase funcional, el castillo adquirió un uso doméstico, del cual todavía son visibles elementos como un horno o un lagar de pisar uva.
El proyecto de recuperación del acceso forma parte de un Plan Director para potenciar la conciencia colectiva sobre el origen del castillo como espacio de observación de lo que fue el territorio fronterizo de la Marca Hispánica y del camino real que conectaba Barcelona con Lleida.
Relación con el lugar
El proyecto situado en la cima a la altura de 549 m, se formaliza a partir del material obtenido en el vaciado de la excavación arqueológica con el que se construye la nueva topografía. Los 300 m3 de tierra extraída se aprovechan en su totalidad para generar una secuencia de plataformas que amplían y hacen más seguro el recorrido hasta la cota del mirador.
Se plantea un escalonamiento ascendente de 12 metros en 5 tramos de dos anchuras distintas. Los dos primeros tramos aprovechan la traza de un antiguo camino existente. El tercero se sitúa en perpendicular a los muros del castillo y ofrece una visión de su alzado norte. Los dos últimos tramos tienen un desarrollo tangente a la directriz principal de los muros del lado norte y permiten un contacto directo con los restos arqueológicos. Una vez se llega a la cota superior se obtiene una visión panorámica del pueblo de Jorba y se puede reseguir el antiguo camino real.
Nueva topografía
Los trabajos arqueológicos permiten desenterrar estructuras de las distintas etapas que se consolidan reutilizando las piedras del derribo, encontradas en la excavación, permitiendo recuperar parte de la volumetría original del castillo, muros de las primeras fases de construcción, así como niveles de circulación del recinto amurallado que se mantienen como acabado final. Las piedras que no han sido utilizadas para la consolidación de las estructuras más dañadas se acopian en el límite del recorrido, a la espera de ser reutilizadas en fases posteriores.
La actuación se ha realizado íntegramente con medios manuales y materiales de fácil manipulación y transporte, debido a las dificultades de acceso a la cima de la colina. Se propone una actuación mínima, entendiendo que las preexistencias del castillo y el paisaje son el proyecto. La nueva escalera está formada por latas de madera de 20x12cm formando escalones de dos anchuras: 60 cm y 120 cm, aprovechando la totalidad de las piezas de 2,40m de longitud sin generar mermas de material. Los límites transitables del acceso se dibujan con una cuerda situada a 60cm de altura, indicando el recorrido y el ámbito visitable, sujetada a 8 varillas corrugadas de 12mm de diámetro.