El Panteón es uno de los mejores edificios de la historia de la arquitectura, una de las visitas obligadas cuando uno llega Roma. Recuerdo que un amigo romano me llevó a verlo la primera vez, llevándome de manera teatral y escenográfica, haciendo que lo descubriese poco a poco llegando por detrás, viendo los impresionantes capiteles corintios de las columnas y cómo iban alejándose en altura a medida que las columnas crecían, hasta llegar a la plaza y ver el impresionante pórtico de acceso al Panteón.

Cuando piensas que después de aquello nada te volverá a dejar sin aliento, recuerdas que todavía queda entrar en el interior, en la «cella». Tras atravesar el peristilo de columnas del pórtico de entrada, aparece un interior cubierto por una cúpula que te sobrecoge por su antigüedad, por sus dimensiones, por su imponente óculo central desde el que, en  los días de lluvia, derrama el agua en su interior o, en los días despejados lo cincela con un rayo de luz.

El Panteón es uno de los edificios actualmente más famosos y visitados de Roma, de los mejor conservados del antiguo Imperio Romano. Un edificio que aún habiendo sufrido numerosos expolios ha llegado hasta nuestro días en óptima forma.
El edificio, que cuenta con una historia peculiar, ha sido imitado y venerado por todo el mundo, siendo reiteradamente estudiado y dibujado por arquitectos y artistas desde la antigüedad. Actualmente,  ha llegado con una imagen de belleza arcaica gracias a las impresionantes técnicas de construcción utilizadas y materiales (el hormigón puzolánico), su masividad y una inteligente estructura para levantar y cubrir este magistral espacio civil, posteriormente reconvertido en religioso.

El nombre del edificio es de origen griego, «Pan Teos», que alude a su función, por ser dedicado a la veneración genérica de todos los dioses romanos. Su apellido «de Agripa», nos habla de quien lo mandó construir en el año 27 a. C., Marco Vipsanio Agripa, general y exconsul, que había sido nombrado responsable de la gestión de la ciudad (hoy diríamos «alcalde»), durante el período conocido como «paz octaviana».1
 
Aquel primer Panteón, mandado construir por Agripa, no es el que hoy conocemos, ya que sufrió un incendio en el 80 d. C. y fue reconstruido entre los años 125 y 128 d. C. por orden de Adriano, quien posiblemente encargó el proyecto a Apolodoro de Damasco, arquitecto conocido por las numerosas obras levantadas para el anterior emperador Trajano.

A pesar de sus restauraciones posteriores (la primera ya en el 202 d. C) y numerosas adaptaciones posteriores a sus nuevas funciones, la obra resultante que hoy podemos contemplar, incluso despojada de sus materiales más lujosos, es uno de los edificios más impresionantes que se ha construido en toda la Historia de la Arquitectura.

El Panteón de Agripa podría considerarse una estructura sencilla, una gran masa cilíndrica, en parte como un «gasómetro de ladrillo» cubierto, es decir, una cúpula sobre un tambor cilíndrico al que se adosada un pórtico clásico. Sin embargo, su simplicidad volumétrica tiene una gran complejidad estructural de la que nace su brillantez espacial y perceptiva. La cúpula de 43,3 metros de diámetro (150 pies romanos) tiene una gran apertura circular en el centro, de 9 m de diámetro, el óculo,1 vacío al que todas las miradas dirigen  su atención en el interior, y cuyo protagonismo no sería posible sin el conjunto restante. 
 
 
Si vas a Roma y sólo puedes visitar un edificio, este es tu edificio.


Si se llega al edificio por su parte posterior se observa un gran cilindro de ladrillo rojo algo enterrado por las calles de la actual Roma, para después llegar a una plaza hacia la que se abre el pórtico de grandes dimensiones, orientado a norte. En este momento, la cúpula casi no tendrá protagonismo, más allá de una anecdótica cubrición de la masa de ladrillo. Con este recorrido, una vez llegas a la plaza, el protagonismo recae en el peristilo rectangular formado por sus grandes columnas de granito egipcio gris, situado delante del cilindro que configura la «cella» del Panteón. Al atravesar el pórtico, o «pronaos» es imposible no pararse y dirigir nuestra mirada por unos segundos hacia arriba al contemplar sus colosales columas, con una disposición horizontal, ocho columnas en la primera fila y dos grupos de cuatro detrás, esta vez de granito rojo2, enmarcando al eje de acceso. Existe un cuerpo intermedio que enlaza el pronaos con la cella, construido en opera latericia, y consta de dos grandes machones adosados a la cella. Los machones flanquean el acceso a la rotonda, que es la prolongación de la nave central del pronaos. Las dimensiones de la estructura en esta zona, entre los machones y la cella permiten un espacio residual en el que se ubican dos escaleras que facilitan el acceso a la parte superior de la cúpula.

Una vez en el interior el espacio que se nos muestra es colosal, con pocos elementos, nuestra percepción y nuestros sentidos se ven abrumados, muy por encima de nuestro recuerdo del exterior.

Esta percepción interior, imposible de abarcar en una sola mirada, nos muestra gradualmente varios Panteones. Espacialmente la visión es muy parecida a la experimentada por los visitantes del edificio que proyectó Apolodoro de Damasco en su día. Epidérmicamente debido a los numerosos expolios y transformaciones sufridas la imagen actual es muy diferente de la incial.

El desnudo exterior que vemos hoy en ladrillo rojo estaba revestido de mármol, actualmente desaparecido por deterioros y expolios a lo largo de los años, tal y como ocurrió con las figuras de bronce que según las crónicas decoraban el frontón del «pronaos»3. La cubierta del pórtico, al igual que la cúpula, estaba revestida exteriormente por planchas de cobre que fueron expoliadas por el emperador bizantino Constantino II y el Papa Urbano VIII, este último las usó para la creación del baldaquino de San Pedro. 

Las láminas de bronce del revestimiento exterior en el templo, no eran los únicos elementos de este material, ya que las letras de la inscripción del frontón, las barras en la vertical del óculo o las cerchas de la cubierta del "pronaos" también estaban realizadas en bronce. Estas últimas fueron cambiadas por otras de madera por Urbano VII para crear los cañones del castillo Sant’ Angelo. El cambio de material en esta parte de la estructura facilitó que se produjera un incendio que quemó parte del pórtico y obligó a reforzarlo con un muro de mampostería hasta que el Papa Urbano VIII lo restauró en la década de 16203.  


Panteón de Agripa por Apolodoro de Damasco. Fotografía por VaMedia CC BY-NC 2.0.

El espacio cubierto por la cúpula y el cilindro que la sostiene genera un espacio «mágico», de inmensas proporciones que parecen hacer flotar  la cubierta sobre nuestras cabezas. La cúpula se abre en su parte más alta, en el óculo, dejando pasar la luz que representa a Júpiter2, y la lluvia, haciendo que el templo sea parte de la naturaleza convirtiéndose en un reloj solar que muestra el paso del tiempo a través de una columna de luz que marca el paso del tiempo por la arquitectura interior, sin llegar a tocar el suelo hasta que llega el mediodía del solsticio de verano.

La cúpula, aligerada visualmente con cinco niveles de artesonado que representa las cinco esferas concéntricas del modelo astronómico de la Edad Antigua, tiene una geometría de esfera. Las dimensiones de la figura tocan el suelo debido a que la altura del tambor que lo compone es la misma que el radio de la cúpula1, por lo que parte de la magia de este espacio interior es el equilibrio de sus proporciones que consiguen la perfección canónica.

Estructuralmente, a pesar de ser una construcción muy gruesa y elemental para los parámetros actuales, la cúpula supone un gran logro estructural para la época, pues sus antecedentes de cúpulas con óculos, en termas y palacios anteriores, son escasos y de tamaños muy inferiores. 

La estructura del Panteón es un monolito de hormigón y encofrado de ladrillo que arranca en un tambor cilíndrico con un espesor de 6,4 metros, aligerado por 8 hornacinas. Al llegar a la base de la cúpula, el espesor se reduce hasta los 6 metros, grosor que la cúpula va perdiendo hasta llegar a los 1,2 metros en el óculo.4  Estructuralmente el gran espesor en la base facilita la absorción de los esfuerzos de tracción, que, sin embargo, debido a la geometría en forma de esfera, no aparecerán en la parte superior, permitiendo que se aligere la estructura.

Sus dos mil años de existencia convierten al Panteón de Apolodoro de Damasco, en un edificio extraordinario cuya épica ha cruzado el tiempo desde la antigüedad hasta nuestro días, a pesar de sus numerosos expolios y transformaciones. Una admiración y reconocimeinto que reside en su concepción espacial, sus proporciones y sus logros técnicos por igual.
 
BIBLIOGRAFÍA.-
 
1 D. S. Robertson. «Arquitectura Griega y Romana». Madrid: Catedra, 1994.
2 Francis D. K. Ching, Mark M. Jarzombek, Vikramaditya Prakash. «Una historia universal de la arquitectura. Un análisis cronológico comparado a través de las culturas. Vol 1. De las culturas primitivas al siglo XIV». Barcelona: Gustavo Gili, 2011.
Carolyn Y. Yerkes. «Drawings of the Pantheon in the Metropolitan Museum’s Goldschmidt Scrapbook. Metropolitan Museum Journal, volume 48». Metropolitan Museum: Nueva York, 2013.
4 Leland M. Roth. «Entender la arquitectura: sus elementos, historia y significado». Barcelona: Gustavo Gili, 1999.
5 Ricardo Aroca. «Edificios mágicos». Barcelona: Espasa, 2014.
Aldo Rossi. «La arquitectura de la ciudad». Barcelona: Gustavo Gili, 1982. 

Más información

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Arquitecto
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Apolodoro de Damasco.
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Fechas
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125-128 d.C.
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Localización
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Roma.
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Dibujos
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Metropolitan Museum, Sebastiano Serlio en Tercero y Cuarto Libro de Architectura Sociedad Española de la Historia de la Construcción, Piranesi, Giovanni Paolo Panini.
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Fotografía
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ASaber91, Anthony Majanlahti, david__jones, chrisobayda, Fredrik Rubensson, Yortw, Fczarnowski, Michael Vadon, Architas, VaMedia, Russ.
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Apolodoro nació en Damasco alrededor del año 60. Fue uno de los más grandes arquitectos de Roma, con clara influencia helénica. Sirvió al emperador Trajano proyectando y realizando monumentales obras, como el puente de Trajano sobre el río Danubio (año 104), los mercados del Quirinal en Roma (siglo II), las termas de Trajano, y el foro de Trajano, además de puertos, arcos triunfales y otras obras públicas.

Una de sus obras más conocidas es la columna de Trajano, estructura de treinta metros de altura y cuatro metros de diámetro, completamente tallada, que narra la historia de la victoria de Trajano en la guerra contra los dacios. La columna se inauguró en el año 113 y está construida en mármol.

Se le atribuye también el Panteón de Agripa (125-128), una de las pocas muestras de arquitectura de la Antigua Roma cuya estructura todavía se conserva en buen estado.

Según el historiador romano Dion Casio, Apolodoro fue condenado a muerte en el 133 por orden del entonces emperador Adriano, quien lo hizo ejecutar por haberle increpado su afán por la arquitectura. Sin embargo hay historiadores modernos que dudan de la veracidad de esa afirmación.
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Publicado en: 26 de Diciembre de 2021
Cita: "Un edificio construido con hormigón y luz. Panteón de Agripa por Apolodoro de Damasco" METALOCUS. Accedido el
<https://www.metalocus.es/es/noticias/un-edificio-construido-con-hormigon-y-luz-panteon-de-agripa-por-apolodoro-de-damasco> ISSN 1139-6415
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