Loftspace y Tiago Sousa Arquiteto propusieron un proyecto que surge del análisis del lugar y de su función, utilizando un concepto de diálogo urbano, con un volumen rectangular de líneas rectas, envuelto por una estructura robusta de pilares, una galería protectora que invita a los usuarios a explorar el espacio.
El edificio se construyó con hormigón y piedra amarilla de Molianos que le da una presencia fuerte pero acogedora. Con planos transparentes que iluminan el interior y ofrecen vistas panorámicas, el mercado se convierte en un espacio vibrante y dinámico donde la luz natural crea escenas siempre cambiantes a lo largo del día, realzando la monumentalidad de su espacio central y celebrando la experiencia del mercado.
Mercado de Caminha, por Loftspace y Tiago Sousa. Fotografía por Ivo Tavares.
Mercado de Caminha, por Loftspace y Tiago Sousa. Fotografía por Ivo Tavares.
Descripción del proyecto por Tiago Sousa y Rui Correia
El mercado es un punto de intercambio, compra y venta, un punto de encuentro, o incluso, hoy en día, un punto de interés cultural.
En estas polivalencias de funciones y definiciones, se concluye que el mercado, cuando es funcional, es un punto de referencia en un lugar. Es así, en la importancia de la función, la forma o la escala que se diseña y construye el espacio urbano.
El actual mercado de Caminha no está integrado en el sitio ni se destaca por su función.
Aparece como una construcción adulterada por el tiempo y la necesidad. Es provisional, que busca responder a las necesidades de su función de Mercado. Con problemas estructurales, teorización y desgaste de las cubiertas, con soluciones temporales para el desgaste de la cubierta, plantean problemas en el cumplimiento del programa, en el cumplimiento de la accesibilidad, en el cumplimiento de las normas de higiene, seguridad, seguridad contra incendios o en el cumplimiento del uso.
Es un edificio que requiere un mantenimiento constante en el intento de corregir problemas que surgen de los rigores de las estaciones y del tiempo. En estas condiciones, consideramos que la demolición de todo el edificio será la opción más económica y viable.
El nuevo mercado surge del análisis del lugar y de su función.
Se integra en el lugar con un fuerte diálogo con el paisaje natural y urbano, pero sin descuidar nunca la importancia de los flujos existentes en la ciudad.
El lugar, Plaza de Pontaut Combault, retrata un vacío urbano, con diferentes enfrentamientos: el tejido urbano al este, el mercado vacío al sur y la ribera del río Miño al oeste.
Pretendemos que el edificio propuesto los relacione a través de su ubicación, forma u organización programática. El interés del público se capta por su forma homogénea, racional y serena, así como por la materialización del color y la luz. Con un volumen paralelepípedo, de líneas rectas, el volumen aparece rodeado por una estructura rígida de pilares, componiendo así una galería exterior de «protección» para los usuarios.
Toda esta rigidez representa para nosotros la fuerza que debe tener un edificio público en la malla, que, a su vez, se rompe con el movimiento creado por los juegos de luz/oscuridad y luz/sombra. Este movimiento nos da diferentes perspectivas del volumen a lo largo del día.
Todo el volumen es de hormigón. Resistente, con carácter de «fuerza», funcional o «frío», se contrasta con el revestimiento de piedra de Molianos, amarilla, noble y «cálida» en la base. Es así, en la escala del hombre y de los materiales, que el proyecto abraza la nobleza y la referencia de un pueblo tan pintoresco como Caminha.
En la unión de forma, función, escala y materialización conciliamos un conjunto de premisas para las relaciones con el entorno y el individuo. No damos la espalda al paseo marítimo, nos preocupamos por la relación de la feria y procuramos que la entrada se dirija al pueblo, como es el caso. Concluimos que la zona más técnica debe estar relacionada con una nueva plaza creada al norte, una plaza que libere el mercado del edificio vecino, además de abrir el horizonte a los equipamientos existentes en el tejido urbano.
Dada la falta actual de esta relación interior-exterior, la relación entre el volumen y el entorno, proyectamos un volumen simple con planos transparentes que invitan al usuario a entrar o, estando dentro, a disfrutar de la vista.
Es la escala del hombre, a nivel del suelo, los elementos transparentes nos permiten vislumbrar la función y la vida dentro del volumen desde el exterior. Son estos momentos los que proyectan la iluminación natural hacia el interior y crean relaciones visuales con las dos realidades circundantes, es decir, la ciudad y la ribera del río Miño.
El interior del edificio está recubierto de pintura epoxi lavable e impermeable hasta la altura de las aberturas (dos metros y medio) en todas las paredes interiores, lo que permite una higiene eficaz. Esta línea visual creada por el intercambio de materiales es evidente en todo el volumen, tanto en el exterior como en el interior, creando así una sensación de elegancia y ligereza.
El espacio interior se organiza en tres partes: una al sur con comercios con acceso exterior e interior e instalaciones sanitarias, una zona pública central –mercado de pescado y fruta-, y una zona técnica y restringida al norte. La parte técnica norte está formada por vestuarios, una zona con cámaras frigoríficas (individuales), espacio administrativo y un espacio exterior para residuos. Este último, separado físicamente de los demás, es accesible a través de un recorrido independiente. Es un acto aislado de todos los momentos de carga y descarga o acceso al edificio.
El espacio del personal crea la bisagra entre lo público y lo privado. Los vestuarios, así como las cámaras frigoríficas, tienen recorridos y salidas autónomas, sin ninguna intersección con la circulación del público en general. La administración se relaciona con el espacio de venta.
Al sur, el alzado frontal está conformado por cuatro espacios comerciales autónomos, pero todos con acceso directo al interior del mercado e instalaciones sanitarias comunes. Aquí, existe la posibilidad de cerrar el acceso de los espacios comerciales al mercado en función del horario de cada persona.
El espacio central, el mercado, es el espacio y uso que dignifica el volumen. Un gran espacio, de techos altos y escala “monumental”, está profundamente bañado de luz natural y vistas a los planos transparentes de los alzados. Aquí es donde se desarrolla el acto principal del programa. Este es el punto de encuentro de los usuarios. Al estar inundado de luz natural, variada por la posición del sol a lo largo del día, se crea un escenario emocional y dinámico propio de la imagen y experiencia del mercado.