El juego de texturas y colores de los materiales utilizados para el interior, consigue generar espacios equilibrados donde se entrelaza la calidez de la madera natural de la cubierta, la rusticidad del ladrillo pigmentado negro y los muros de mampostería. Además, los grandes ventanales permiten enmarcar distintos fragmentos del paisaje natural, a la vez que permiten generar espacios iluminados con luz natural.
Los Molles por Javier López Revol y Rocio Ibarra. Fotografía por Ramiro Sosa.
Descripción del proyecto por Javier López Revol y Rocio Ibarra
Este proyecto está marcado por el desafío de llevar al límite, sin la necesidad de cruzarlo, la normativa del lugar que busca mantener la imagen y el paisaje de un pueblo centroeuropeo en las sierras de Córdoba, Argentina.
Todos los techos debían ser a dos aguas, sus pendientes del 30%, aleros materializados, etc. El cliente lo dijo el primer dia. «Quiero una casa singular, que sin salir de la normativa logremos que esta vivienda no tenga el mismo molde que las del lado».
Los Molles por Javier López Revol y Rocio Ibarra. Fotografía por Ramiro Sosa..
La casa se implanta en forma de «T» donde cada ala corresponde a una función programática con su respectivo techo a dos aguas, cuyas limatesas confluyen o surgen a modo de estrella de un punto neurálgico en el centro de la vivienda, una columna que parece sostener en sí misma, todo el techo de la construcción.
El techo de la vivienda toma protagonismo e individualidad en el proyecto. Busca exacerbar la unión entre las partes, el quiebre y nacimiento. Busca ser más que un mero elemento de cierre, para permitir diferenciar espacialmente la vivienda, jugar con las escalas, los espacios exteriores, marcar expansiones, ingresos, vanos, enfocar visuales y crear privacidad.
Cada elemento que compone esta cubierta es una pieza singular, tuvo que confeccionarse a medida, lo que da como resultado un trabajo casi artesanal.
Los Molles por Javier López Revol y Rocio Ibarra. Fotografía por Ramiro Sosa.
La construcción se despega del suelo para generar un espacio de guardado al cual se accede por una rampa lateral. Gran parte de la sala queda suspendida sobre el jardín frontal generando que desde todo el sector social, pueda observarse al imponente Cerro Champaqui.
El interior es un armonioso juego de texturas y colores donde se entrelaza la calidez de la madera natural de la cubierta, la rusticidad del ladrillo pigmentado negro y los muros de mampostería.
Grandes aberturas enmarcan distintos fragmentos del paisaje natural buscando enfatizar la sensación de cercanía al pacífico entorno serrano cordobés.